El camino del petróleo
El golpe de estado que ha sacudido a Venezuela tiene muchas lecturas que pueden ser todas válidas o falsas al mismo tiempo. La primera indicaría que el descontento popular que ha sacudido los cimientos de la sociedad y las clases altas acostumbradas al viejo modelo recuperaron el poder tras tres años y medio de cambios. Para ello se valieron de militares de la época en que la doctrina era la de Seguridad Nacional (nunca se supo de quién), la poderosa organización gremial empresaria FEDECAMARAS (aportó al Presidente de la Junta de Gobierno) y la burocracia sindical (que se vió desplazada en la lucha obrera por el depuesto Presidente Hugo Chávez).
La segunda alegaría que todo sucedió apenas unos días después de que el gigante petrolero Irak, en la otra punta del mundo, condicionó la venta de crudo a Occidente a la retirada de Israel de Palestina. Venezuela es el tercer integrante mas importante de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y su poderosa empresa PDVSA (Petróleos de Venezuela) había cambiado de mano, ya que el Presidente Chávez había jubilado a 12 gerentes y despedido a otros 7 por ineficacia. "Imperdonable" para una empresa que era un país dentro de otro país y que siempre estuvo dominada por los viejos dirigentes sindicales y los restos de los desaparecidos partidos COPEI y Acción Democrática. El mandatario caribeño era el único de origen democrático que había visitado a Sadam Hussein. Cuando ocurrió la amenaza de Bagdad, Israel, sugestivamente, se retiro de cinco ciudades ocupadas. Ahora, recuperado el control de un gran proveedor, Tel Aviv puede tener nuevamente "vía libre" a la masacre ordenada por su Primer Ministro Ariel Sharon.
La tercera podría observar el nuevo rol que Caracas tenía en el eje político al norte de Brasil, donde al Gobierno se lo acusaba de tolerar ejercicios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y de exportar petróleo en condiciones ventajosas a la Cuba de Fidel Castro, de quien Chávez era admirador y amigo. El Departamento de Estado norteamericano veía allí un nuevo "eje del mal" (léase, en contra de sus intereses).
En cuarto lugar, se produjo la irrupción de nuevas capas sociales y del ejército como protagonistas de la política, desplazando a las clases medias (que siempre son reaccionarias a los cambios). Las capas humildes adhirieron al proyecto bolivariano porque por primera vez fueron tenidas en cuenta en un país que tiene más de un 50 % de pobres. Y en cuanto a los uniformados una nueva camada surgía de las capas bajas, interpretando un nacionalismo que se había perdido en los últimos gobiernos, en aras de una Venezuela moderna.
Al momento de escribir estas líneas, pocos gobiernos reconocen a la Junta golpista y sientan el peligroso precedente que las experiencia populares pueden terminar en cuanto a la Embajada de las barras y las estrellas se le acabe la paciencia o sus intereses estén apurados. ¿Qué ocurrirá si gana Lula Da Silva en Brasil o algún líder popular en Argentina el próximo año? Tengamos en cuenta que estamos todos en el mismo subcontinente.
Lic. Daniel do Campo Spada ©
12-Abril-2002