Con su renuncia al ballottage, el dirigente riojano y ex Presidente Carlos
Saúl Menem ha hecho la misma maniobra de la que calificó a sus
contendientes. La palabra cobardía fue un latiguillo con el que defenestraba
a los radicales cada vez que emergía en escena la figura de Raúl
Alfonsín. De lo mismo "manchó" a De la Rúa
cuando emprendió el retorno a la arena política.
A Duhalde lo acusaba de perdedor, porque nadie olvida que en la Quinta Presidencial
de Olivos se festejó en el 99 la derrota del candidato del propio partido.
Menem también nacionalizaba la interna justicialista en la elección
presidencial creyendo que de esa manera se sacaba de encima al sector progresista
del partido fundado por el extinto General Perón. Fuera de carrera
el ex gobernador bonaerense, el retorno en el 2003 solo iba a significar el
final de unas vacaciones en las cuales podría pasear su "imagen
internacional de estadista".
Pero las cosas tienen variaciones que las convierten en apasionantes.
Casi cuatro años después, vemos a un Menem que ha actuado cobardemente
al abandonar antes de tiempo una segunda vuelta que habría significado
una histórica derrota. Con su retiro, "dice" no haber perdido
el invicto. Desde el punto de vista técnico, ganó las presidenciales
del 27 de abril, y durante los próximos embates utilizará el
mote de que tuvo "mas votos que el Presidente". Como nuestro país
se caracteriza por su pobre memoria, en poco tiempo este será su ardid.
Pero lo que es innegable es que ha perdido definitivamente el "aura"
de invencible y valiente del que siempre se jactó. Su edad se le vino
encima en el rostro y en sus movimientos. De repente la realidad lo ubicó
en el lugar del cual los humanos no nos podemos escapar y que es el de nuestras
limitaciones.
Menem no se retirará a cuarteles de invierno como la ciudadaía
podría desear, sino que por el contrario se mantendrá atento
y agazapado a cualquier error del flamante presidente Néstor Kirchner,
al que hasta ahora acusó de "chirolita" de Duhalde, en obvia
alusión al muñeco que un ventrílocuo convirtió
en la delicia de nuestra infancia. Los dinosaurios tardaban varios días
en morir, como si la agonía fuera proporcional al tamaño y durante
mas de diez años hizo y deshizo a su antojo. Muchos de los que hoy
están en la palestra has sido inventados o rescatados por él,
empezando por el mismo Eduardo Duhalde, el vice Daniel Scioli, el gobernador
santafesino Carlos Reutemann, etc. Qué no quita que vuelva a su laboratorio
y reaparezca ante su primer candidato provincial que vuelva a triunfar.
El final de Menem está en un Presidente veinte años mas joven
que él. De su buena gestión depende que la agonía no
se convierta en apenas convalecencia.
do Campo Spada ©
Mayo 2003-05-24