El flamante Presidente Néstor Kirchner enfrenta una agenda mas que
compleja hasta que pueda "asentarse" en la gestión. Desde
un primer momento deberá competir con las fuerzas internas de la sociedad,
con los estertores de los sectores menemistas que no resignan a la derrota
(¿cómo actuará el líder gastronómico ante
el triunfo de quien calificó de cualquier cosa y esposo de la senador
Cristina Fernández que encabezó la huestes que lo quisieron
arrancar de la cámara alta por el bochorno de la queda de urnas en
Catamarca?) y con aquellos que desde la indiferencia no saben ni quien es.
En la composición del gabinete que lo acompañará en el
comienzo de su gestión mostró, sin embargo, cierta independencia
de criterio, ya que muchos de los integrantes pertenecen a su sector de alianzas
internas del justicialismo. Solo han perdurado los funcionarios estrella del
saliente gobierno de Eduardo Duhalde, como es el caso de Roberto Lavagna (Economía),
Ginés González García (Salud) y Aníbal Fernández
(que de Producción pasa a Interior). Muchos de los nuevos pertenecen
a su círculo mas estrecho, como es el caso de Alberto Fernández
(Jefe de Gabinete), que fue quien la manejó la campaña. Sergio
Acevedo, su líder parlamentario desde hace tiempo, manejará
la estratégica secretaría de inteligencia (SIDE), en tanto que
su hermana Alicia (Kirchner) conducirá la cartera (Desarrollo Social).
Ya en sus primeras declaraciones enuncia una política independiente
de los centros de poder que manejaron nuestro país en los últimos
cincuenta años, inaugurando quizás una nueva era. En la campaña,
no solo no fue a Estados Unidos como sí le gustaba hacer a los ex mandatarios,
sino que tampoco se entrevistó con el Embajador en Buenos Aires. Por
ello, Washington envió a un burócrata de tercer nivel, aunque
por las dudas George Bush (h) lo invitó telefónicamente a la
Casa Blanca. Pero el hecho es que tampoco se entrevistó con los empresarios
del establishment como habitualmente lo hacían Menem y De la Rúa.
El riojano tuvo mas cenas con empresarios que con militantes de su partido.
Kirchner, en cambio, ni siquiera los llamó y por primera vez temen
que cambien las formas de hacer las cosas en este país. Con los resultados
a la vista, un cambio no viene mal.
Aunque no todo podrá ser solamente una cuestión de posturas
principistas, ya que la renegociación de la deuda externa que se viene
será algo complejo, aunque la presencia serena y negociadora dura de
Roberto Lavagna le da un tinte de realismo que incluso absorben los funcionarios
de los acreedores.
En Salud, donde mucho se ha avanzado, vendrá la batalla definitiva
con los laboratorios por el tema de los remedios genéricos, que ha
ampliado el número de argentinos que reciben medicación, pero
con un enfrentamiento solapado con los laboratorios, que han perdido suculentas
ganancias con márgenes anti-éticos en algo tan crítico.
Educación, con la llegada de Daniel Filmus encara una de las demandas
mas críticas de nuestra sociedad, ya que en el interior las cosas no
son tan ordenadas como el centro político del país. Alumnos
con pocos días de clase y gremios docentes en estado de lucha permanente
será un cadalso del que puede fortalecerse la gestión de Kirchner.
Ah, perdón. Estamos en la luna de miel. Durante 90 días, los
sectores opositores guardarán respetuoso silencio. Cabe en el Presidente
aprovechar eso que en el barrio llamábamos "changüí".
Mayo 2003-05-24 ©