Por Lic. Daniel do Campo Spada.
El
Presidente argentino Néstor Kirchner, junto a una delegación
de doscientos funcionarios y empresarios, realizó el quinto viaje de
un mandatario de nuestro país a la que promete ser la mayor potencia
comercial de todos los tiempos. China es la meca de la apuesta al futuro.
El crecimiento económico sostenido y el avance científico logrado
en los últimos treinta años, hacen del país mas poblado
del mundo el primer símbolo de lo que está por venir. Si hay
que buscar un socio, sin duda está en Oriente.
Los primeros indicios de la gira de una semana parecen ser prometedores, pero
de los discursos y los abrazos a los hechos hay muchas veces distancias que
nunca terminan. El mismo periplo lo hicieron en su época el ex dictador
Jorge Rafael Videla y los presidentes democráticos Raúl Alfonsín,
Carlos Menem y Fernando De la Rúa y los resultados no superaron las
intenciones de los enunciados diplomáticos.
Lo único concreto que la actual delegación ha traído
es la intención de reparar barcos chinos en nuestros astilleros. El
astillero Río Santiago será el receptor de naves a reparar en
una cifra que no fue procesada, pero dado lo descomunal de la flota china
la mínima cuota será importante. El Gobierno del Presidente
Hu Jintao busca de esta manera reemplazar a Sudáfrica como prestadora
de estos servicios. En la letra visible no figura si ello se corresponderá
con una posición mas flexible ante la pesca ilegal de naves de ese
origen en el Mar Argentino.
En los próximos meses, comenzará un chequeo de los estándares
de calidad aceptables para exportar al gigante carne argentina, donde hoy
no ingresa por restricciones sanitarias y de acuerdos comerciales. El consumo
de soja y vinos de nuestro país son los caballitos de batalla en las
exportaciones actuales, pero la intención oficial es diversificar los
productos intercambiados, procurando que sean de mayor valor agregado y que
requieran mano de obra intensiva.
El apoyo chino a la negociación por la deuda externa, será acompañada
por una posición argentina de negación en el reconocimiento
a Taiwán (territorio chino escindido) e interceder ante Paraguay para
que se lo quite (el mismo fue otorgado durante la dictadura de Alfredo Stroessner
a pedido de Estados Unidos).
Muy probablemente no ocurra mucho hasta que en Noviembre del corriente año
Hu Jintao venga al país y se terminen de cerrar la decena de proyectos
que los empresarios argentinos han comenzado a trazar con el gobierno chino.
La paciencia es un componente fundamental para ser considerado alguien aceptable
por los orientales, quienes tienen tiempos diferentes a los de la filosofía
occidental en cuanto a la concreción de los hechos. Su visión
trascendental terrena les permite proyectar y ejecutar algo que se verá
varias generaciones después. El actual éxito se comenzó
a proyectar cuarenta años atrás, algo muy distintos de las urgencias
(y permanentes cambios de rumbo) que habitualmente sufrimos los argentinos.
Recién allí podremos comenzar a vislumbrar si estamos o no ante
una gira distinta a las anteriores.
Julio 2004-07-09 ©