Cuando uno de los operadores de Ricardo López Murphy confesó
que podrían ir en busca de una alianza con Elisa Carrió, junto
al variopinto que implica incorporar a Mau-ricio Macri, un cálculo
rápido nos pone ante la situación de un peligroso agrupamiento
de sectores mesiánicos e incómodos con la democracia.
Todos ellos buscan mantener su posición de profetas de la ética,
característica predo-minante de quienes están lejos del poder.
Carrió denunciando a diestra y siniestra, aun-que últimamente
anuncia que va a denunciar. Casi igual que las armas de Saddam Hus-sein que
justificaron la invasión norteamericana. En los últimos reportajes
se muestra enigmática avisando "que algo va a saberse en marzo
del año que viene.." o "en no-viembre les vamos a contar
algunas cosas", etc. Es un discurso que le gusta comprar a cierta tilinguería
de las principales urbes, pero que termina siendo catastrófico en la
ges-tión. Veamos sin ir mas lejos los casos de Chacho Alvarez, Fernández
Meijide o el mismo Fernando De la Rúa.
Por otro lado, Ricardo López Murphy no puede sacarse el traje de lobbysta
de sectores poderosos que pretenden disfrazarlo con cierto matiz de racionalismo
democrático que pocos pueden creer. Su gestión magra al frente
del Ministerio de Defensa y su desastro-so y efímero paso por el de
Economía, son tapados por cierta prensa que solo lo men-ciona para
darle espacio requiriéndole su opinión de los temas mas diversos.
Y por otro lado, el hijo carismático de una de las familias mas poderosas
del país, como es el caso de Mauricio Macri, que se viste de populismo
al calor de los triunfos deporti-vos de Boca Juniors, club que preside. En
las últimas semanas coqueteó con el líder bonaerense
Eduardo Duhalde (quien también quiere recuperar el centro del tablero
polí-tico), montando una escena mediática que dio lugar a cientos
de comentarios y miles de explicaciones. Es sabida su afinidad política
con el ex ministro de De la Rúa, quien se mostró ofendido (desde
su pureza de derecha) con el contacto con "un peronista", re-memorando
añejos rencores de clase.
De los tres, la único que tiene cierto peso electoral es Elisa Carrió.
Pero los otros dos pueden darle el dinero para llevar adelante la empresa
de conquistar un poder al cual aspiran mas que nada. De todas formas, la blonda
y ahora esbelta dirigente chaqueña (devenida en probable candidata
porteña) sabe a ciencia cierta que importantes sectores progresistas
ven desde hace un par de años en el Presidente Néstor Kirchner
lo que ella solo promete desde hace mas de una década. La migración
de su mano derecha, ahora interventora de la mayor obra social del país
(PAMI), Graciela Ocaña, ha sido un golpe del que aún no se repone
en sus sentimientos mas íntimos. Y como no es ingenua sabe que si solo
se queda en la tribuna, muy probablemente sean muchos más los que co-miencen
el camino del reino de la ética al mundo de lo posible.
Murphy, en cambio, quedó encerrado en su disfraz de político.
Ya es tarde para volver a la rentable tarea de asesor de empresas. Debe contentarse
con su jubilación de Minis-tro y avanzar hacia delante, sin analizar
mucho sus últimos fracasos electorales, donde la urnas de la población
no votan igual que las páginas de muchos medios de comunica-ción.
Macri, el mas joven del trío, quiere jugarla de gerente de una alianza
que la derecha necesita desde la desaparición de los Alzogaray, último
experimento fallido de la dere-cha vernácula, manchada por las investigaciones
que salpicaron al máximo referente de ese arco ideológico. Un
Carlos Menem refugiado en el departamento santiaguino de su joven esposa para
eludir a la justicia argentina no es el mejor ariete de los nostálgicos
adeptos a un tiempo que ha causado estragos en la sociedad.
Septiembre 2004 ©