Por Daniel do Campo Spada.
Cuando
en cuarenta y ocho horas los activistas de la organización ecologista
Greenpeace tomaron por asalto los muelles de las fábricas de celulosa
de Fray Bentos y luego incautaron un camión chileno que
llevaba material para la construcción atravezando territorio entrerriano,
el Presidente de Uruguay Tabaré Vázquez exclamó que nadie
va a patotear al gobierno ni al pueblo uruguayo. Quedaba de esta
forma instalado el nacionalismo como componente de una disputa que llegó
a un terreno del que ambas naciones (Argentina y Uruguay) saldrán dañados.
Desde hace diez años la Banda Oriental tiene una ley de forestación
(elemento esencial para la pasta de celulosa) que es utilizada para fomentar
el desarrollo en aquellas zonas en que las economías regionales se
encontraban atrasadas. La consecuencia lógica de la plantación
sistemática es su aprovechamniento.
Néstor Kirchner, acorralado por su aliado, el gobernador de Entre Ríos
Jorge Busti quedó encerrado en el tablero en un problema de difícil
salida. Las fábricas de celulosa Ence y Botnia ya son una realidad
irreversible y muy probablemente en poco tiempo el río Uruguay que
comparten ambos países sea irrespirable, pero el daño de convivencia
entre dos naciones de origen común (a tal punto que no hay dos países
tan iguales entre sí en América) ya es mayor.
Los cortes de ruta para no poder acceder al vecino país encresparon
los ánimos de localidades vecinas, donde hasta las familias están
(al igual que en toda zona fronteriza) mezcladas. El aislamiento que se provoca
con los cortes plantó el tema de las patrias, ya que en un primer momento
las manifestaciones eran con carteles claros, pero ahora el exceso de banderas
argentinas aumenta la brecha. ¿Qué pasaría si los uruguayos
hacen una marcha equivalente con sus colores?
Para peor esto se da en un momento de dudas respecto a la satisfacción
que sienten los socios mas pequeños del Mercosur. Paraguay desde hace
algunos años y Uruguay ahora no ocultan sus diferencias con lo que
consideran eje hegemónico Buenos Aires-Brasilia al que ahora está
permanentemente invitado Caracas. La reunión trilateral en la capital
brasileña definitivamente no cayó bien en Asunción y
mucho menos en Montevideo. Esto explica las sueltas declaraciones de distintos
funcionarios charrúas respecto a un posible acuerdo bilateral de su
país con Estados Unidos. Jamás Tabaré Vázquez
desmintió a ninguno de ellos. Sin embargo, el peor enojo fue de Luiz
Ignacio Lula Da Silva quien dijo que si Uruguay hace acuerdos bilaterales
con un país externo, puede hacerlo, pero deberá renunciar al
bloque.
El Senador José Pepe Mujica, uno de los referentes del
Frente Amplio manifestó que el Mercosur no sirve para un carajo.
Mas allá de su habitual estilo, representa los comentarios de muchos
empresarios pymes del vecino país, que creen que en lo único
en que se han beneficiado es en que Punta del Este se convirtió en
la zona de veraneo de las clases altas de sus socios. De industria y comercio,
nada. ¿Vemos bicicletas, chicles o algo de Uruguay en nuestros comercios?
La pregunta es recurrente no solo en nuestra nota sino en los despachos oficiales.
¿Cómo se sale de este atolladero en un momento de nacientes
nacionalismos? Un papel fundamental lo cubrirá el actual Representante
Permanente de Jefes de Estado (una suerte de Primer Ministro) del Mercosur,
el argentino Carlos Alvarez. En una de sus primeras declaraciones dijo que
Uruguay tiene derecho a montar las fábricas de celulosa,
lo que fue rebatido virulentamente por el gobernador entrerriano.