Por Daniel do Campo Spada.
Cada vez que un acto patrio se pone ante nosotros en el calendario retomamos
los típicos discursos armados -incluso, algunos de ellos pueden obtenerse
en internet perfectamente escritos para poder repetirlos-. Los colores de
la Patria flamean por todos los rincones y con fría parsimonia generan
la plena identificación de un día distinto. Para algunos queda
en el asado con el entorno cercano y para otros como la oportunidad para poner
la casa al día. Otros tantos despliegan publicaciones coloridas y algunos
menos disfrutan de algún programa alusivo en el canal oficial.
Pero... ¿tratamos en algún instante ubicarnos en la época
en la que sucedieron los hechos de 1810 ? Para los presentes hoy es fácil
saber de qué lado hubiéramos estado en esos acontecimientos.
Nacimos con la historia escrita con casi dos siglos de distancia, siempre
hemos conocido una bandera, un himno y un mapa que ya hemos incorporado como
parte de nuestra existencia. En apenas unos días la magia del fútbol
nos llevará nuevamente a tiznarnos las caras y vestir la casaca del
seleccionado nacional. Cualquier desafortunado hecho con algun país
despierta en nosotros el nacionalismo.
Lejos de achicar, las condiciones de la gesta de mayo se agranda en valentía
y coraje ya que nada estaba allí como está ahora. Ninguno de
aquellos vecinos que participaron en el Cabildo tenía idea de lo que
era un argentino y mucho menos de qué bandera debía poner en
la ventana. Debemos agredecer que pudieron construir de la nada, pero al mismo
tiempo se nos plantea a nosotros el desafío de seguir haciéndolo.
Aquella separación de la metrópoli imperial que costó
tantas guerras (porque en 1810 recién empezaba un proceso que duró
varias décadas) y tantas vidas truncadas nos obliga a no entregarnos
mansamente a un orden internacional que a todas luces se presenta como injusto.
Ellos dieron ese primer gran paso desde el cual nos quedan deberes.
Los sueños de algunos integrantes de aquellos cabildos no incluían
niños con hambre, familias durmiendo en la calle, barrios inmersos
en la marginalidad... Como argentinos y como cristianos, esto recién
empieza y mas que un festejo los invito a que nos arremanguemos
y empecemos a trabajar que todavía nos queda mucho por hacer.
Mayo 2006-05-19 ©