Por Daniel do Campo Spada.
A
las pocas horas de haber terminado lo grueso de los disparos, fruto de un
oportuno cese del fuego, costaba imaginar quién podría haber
ganado la guerra iniciada por los israelíes, pero a una semana queda
muy claro que Tel Aviv dió su primer paso en falso ante sus vecinos.
Los judíos estaban creídos de su poderío ante los árabes,
aunque ahora queda en duda si esa superioridad sigue intacta a pesar de tener
el sexto ejército mejor equipado del mundo. Definitivamente perdieron
la guerra moral, ya que ahora ningún hebreo podrá reclamar con
la misma integridad por atentados en su contra o bien por el Holocausto cuando
han repetido una versión mas cruel en el sur de El Líbano.
Con la excusa de aniquilar a Hezbollah, durante un mes los soldados de Israel
destruyeron el sur y toda la infraestructura libanesa masacraron a casi 2
mil víctimas civiles y dejaron sin hogar a más de un millón.
Desoyendo los llamados internacionales para detener semejante acto terrorista,
no dudaron en lanzar misiles contra edificios con familias enteras o ametrallar
autos que escapaban con desesperados ciudadanos dejando toda su vida bajo
los escombros. Cuando ya era notorio que la guerra militar no los iba a encontrar
en el podio, los dirigentes sionistas de Estados Unidos buscaron una salida
elegante para lo que ya era un desastre irreversible. Recién allí
Washington buscó apoyo en los franceses para sacar de apuro una resolución
de las Naciones Unidas que disimulara la masacre. El cese del fuego que los
hebreos aceptaron es una forma de cambiarle el nombre a lo que ya era claro
que significaba una derrota.
Los principales diarios de Israel pretenden convencer a su opinión
pública (acostumbrada a humillar a los árabes, a los mismos
que les robó territorio en una guerra relámpago de seis días)
de que con el tiempo se verá que han ganado. El presente muestra que
el ejército de El Líbano volvió a pcupar el sur de su
país después de treinta años de dominio hebreo (alternado
con un corto período de protectorado sirio), mientras que quienes colaboran
codo a codo y con dinero para la reconstrucción es el Hezbollah, compuesto
en definitiva por los mismos vecinos y nativos de los territorios detruídos.
La llegada de una pantalla de una fuerza multinacional de las Naciones Unidas
(que no llegará ni siquiera a los 4 mil hombres) en la que nadie quiere
participar no cambia la realidad de que Beirut recuperó su territorio.
Los soldados libaneses, marchan junto a los integrantes de la agrupación
musulmana que desde Occidente se ha pretendido demonizar. La realidad es que
la figura de Hassan Nasrallah, líder del Hezbollah hoy comparte balcones
y negocios con su foto ya que (y no solo en El Líbano) es visto como
el primer árabe que no fue derrotado por Israel. Si a ello le agregamos
que su organización queda intacta desde lo militar (ya que responde
a una estructura vecinal de gran inserción social, distinta a un ejército
regular) y con nuevos simpatizantes (ganados fundamentalmente entre los indiferentes
que vieron como los hebreos les destruían familia y vivienda), estamos
ante un nuevo mapa.
Quienes deberán dar alguna explicación son los rabinos que giran
dinero para la compra de armas y que han apoyado la masacre (entre ellos muchos
dirigentes de la comunidad judía argentina) encarada por un Primer
Ministro como Ehmud Olmert, acusado de acoso sexual aprovechándose
de su posición en el Estado. ¿Con qué autoridad moral
podrán los dirigentes hebreos reclamar por el atentado a la AMIA durante
el gobierno de Carlos Menem, cuando ellos mismos acaban de hacer masacres
peores? ¿Cuando se generen pancartas por la tragedia de Buenos Aires,
habrá una al lado por el edificio en Qaná, donde asesinaron
a varias familias (70 personas) entre las que había 37 niños?
Los negocios de los barrios porteños de Once y Flores se han convertido
en mantos de silencio al respecto, cuando en plena invasión rebozaban
de alegría. Quizás, todos sepan que algo ha cambiado en la historia
desde que Israel fué insertado hace casi 50 años en territorios
ajenos.
Agosto 2006-08-21 (C)