Por Daniel do Campo Spada
No
ha sido uno más el viaje que ha realizado a Nueva York el Presidente
argentino Néstor Kirchner. Con la excusa de una visita formal a la
Asamblea de las Naciones Unidas, en la que tuvo interesantes expresiones en
el tema de los Derechos Humanos, se reunió además con empresarios
norteamericanos de dudosa laya, abrió una rueda de la bolsa de Wall
Street y conversó largamente con los popes del sionismo mundial. Merece
un espacio aparte el encuentro con el Consejo de las Américas, que
le quizo imponer condiciones apenas asumió (por medio de un diario
tradicional que se ha convertido en duro opositor). El coqueteo
con los mercados de los cuales no nos deberíamos haber ido nunca
(dixit Kirchner) hace temer un giro indeseado a los mismos grupos de poder
vernáculos que se movieron a sus anchas en la Argentina durante los
pasados treinta años.
Contradiciendo el mensaje independiente que ha mostrado en los primeros años
de gestión, a solo uno de las próximas elecciones presidenciales,
junto a su esposa, la Senadora Cristina Fernández parece entrar en
un peligroso terreno de ambiguedades gestuales que pueden derrumbar la base
de apoyo arrolladora que aún conserva en la sociedad argentina. Cuando
se plantea esta posibilidad cortoplacista, se teme que se repita la remanida
(y casi siempre justa) frase de que segundas partes nunca fueron buenas. De
la acción e un Estado activo, que ha recuperado su función social
y económica, con empresas capaces de marcarle a los privados el ritmo
del mercado, se teme una nueva apertura incondicional de la que nos hemos
ahogado durante el proceso militar, Menem y De la Rúa. En el cuarto
año de reactivación sostenida (que comenzó con la Presidencia
de Eduardo Duhalde), en la que las empresas concesionadas han mostrado sus
flaquezas y miserias pasando al control estatal (correo, aguas, ferrocarrilles,
petróleo), se está ante un peligroso abrazo del oso. Después
del fracaso del milagro chino de una inversión que terminó
ridiculizada en los medios como un gran bluff, la Casa Rosada viró
nuevamente en dirección a Washington.
¿Es esto un peligroso giro a la derecha o una maquiavélica maniobra
pra quitarle sustento a una oposición anacrónica que sueña
con el calor de George Bush (h)? Si estamos ante la primera opción,
debemos lamentarnos nuevamente y disfrutar nuevamente de los últimos
días de otra ilusión de gobierno nacional que se evapora en
un mundo unipolar. Si por el contrario, estamos ante la segunda probabilidad,
la pregunta es cuando se volverá a entrar en la pista para evitar descarrilar
definitivamente.
Septiembre 2006-09-21 (C)