Por Daniel do Campo Spada
BRASILIA
y CARACAS.- El Presidente de Brasil Luiz Ignacio Lula Da Silva procura que
la actitud de su Senado no enturbie la relación con su par venezolano
Hugo Chávez a raíz de las demoras para permitir el ingreso de
Caracas como miembro pleno del Mercosur. Si no quieren que entremos,
nos vamos, dijo el líder bolivariano.
La Cámara Alta de Brasil está controlada por la derecha, perteneciente
a las familias poderosas del interior del país, respondiendo como siempre
a intereses de clase y órdenes emanadas de Washington, que pretenden
boicotear al bloque sudamericano. A sabiendas de que Venezuela le dará
una dinámica que hasta ahora el Mercosur no ha tenido (ya que se avanzó
para los intereses empresarios que tienen un gran mercado, pero que no ha
representado ningún cambio para los ciudadanos de a pie), las fundaciones
norteamericanas buscan detener todo avance. Desde allí, demoran el
trámite que necesariamente deben hacer todos los congresos, que es
aprobar el ingreso de un nuevo miembro. Los barones brasileños,
no solo tienen suficiente poder en su país (al punto de obligar a Lula
a recibir a Bush y prometerle una alianza en biocombustibles) sino que se
extienden a amplios sectores del Partido Colorado (oficialismo de Paraguay)
y el PRO de Buenos Aires (propiedad del multimillonario Mauricio Macri).
Hugo Chávez manifestó que si el Mercosur no cambia, Venezuela
se retira. Ello quitaría todo el aire vital que Caracas le da al bloque,
junto al dinamismo de dos observadores con intenciones de ingresar, como son
el caso de Bolivia y Ecuador, las otras potencias energéticas de la
región.
Julio 2007-07-08 (C)