Por Daniel do Campo Spada.
Como se trata de una columna de opinión me voy a permitir una pequeña
anécdota personal. Cuando aún era un alumno de la Universidad
de Buenos Aires (de la que después fuí docente), en una de las
tantas materias de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación una
profesora me interroga sobre cuál era el destino del hombre. Le respondí
(premonitoriamente hace ya 20 años) que el destino humano (muy a mi
pesar) lo iba a regir el mercado. Furiosa, me contestó que el futuro
estaría marcada por el hombre nuevo. Mi sepultura académica,
que me costó un exámen final inesperado fue irónica.
Que yo sepa el honbre nuevo terminó con un tiro en la frente
en Bolivia, completé. En mi pieza, como todo joven que se precie
de tal, había un poster del Che Guevara. Hoy, el mercado marca la vida
del hombre y el mítico líder guerrillero es uno de sus principales
símbolos.
Hollywood ya tiene varias versiones de películas muy taquilleras con
la figura del guerrillero argentino que supo ser el ídolo romántico
de la revolución cubana. Las remeras de toda manifestación en
el mundo, o los souvenirs de cualquier encuentro social lo encuentran estampado
en una edad eterna con su boina calada y uniforme de combate. El primer día
en que cruzaron el muro de Berlín, los alemanes orientales se sorprendieron
al ver su rostro en las tiendas occidentales.
Aunque era manifiestamente ateo, la imagen de su muerte desnuda en una pileta
de la morgue de Vallegrande en Bolivia, con su cuerpo flaco por la última
campaña guerrillera y sus ojos abiertos ante el ejecutor del ejército
trasandino, fue asociado a un Cristo moderno. Las coincidencia
en luchar por una nueva moral, desprendida de los bienes materiales y la igualdad
entre los hombres, nos permite a los católicos imaginarlo tomando unos
mates con Jesús en algún lugar de la otra, la verdadera vida.
En Cuba, el Congo o Bolivia, mostró sus dotes militares que son las
que rescatan las biografías éxitos de mercado, pero en las que
se disimula los proyectos de sociedad solidaria e igualitaria, que son incompatibles
con el sistema capitalista. Los treinta años de su muerte en combate
y su asesinato por orden de Washington, que entrenaba y financiaba al cuerpo
de élite del ejército boliviano, denominado Rangers, la comunidad
internacional recupera la figura de in idealista que a pesar de pertenecer
a una familia acomodada de la Argentina, supo emprender un derrotero de sacrificios
físicos y emocionales en pro de un mundo que creía mejor. En
un presente de individualismo, materialismo, idolatración del dinero
y del pragmatismo ventajista, ocupa un espacio casi quijotesco de la historia
moderna. Como muchos de sus colegas, alcanzó su victoria política
luego de la vida terrena. Martí, Sandino, Allende y tantos otros, siguen
luchando y cre ciendo aún cuando el Creador los llama a integrar su
mesa.
Septiembre 2007-09-30
TECUM NOVO MundusNET
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