Por Daniel do Campo Spada.
En sendas reuniones realizadas en la Casa Rosada y en la Quinta de Olivos,
los Presidentes de Argentina, Bolivia y Brasil, Cristina Fernández,
Evo Morales y Luiz Ignacio Lula Da Silva respectivamente, acordaron reuniones
períódicas que permitan coordinar las demandas energéticas
de la región. Una comisión permanente regulará las reservas
y envíos en función de las necesidades de cada uno de los participantes.
La región tiene un fuerte entramado energético. Bolivia es el
gran productor de gas y el mayor demandante por carecer de el es Chile, país
con el que no tiene relaciones diplomáticas desde la guerra que dos
siglos atrás le quitó la salida al mar al país del Altiplano.
Como La Paz necesita exportar, se triangulaba a través de la Argentina,
que cumplía la función de intermediario. Pero como en los 90
se privatizó el sistema energético argentino y no hubo inversión
en exploración, su autosuficiencia se diluyó al calor del crecimiento
económico, por lo que ahora no solo traspasa a Santiago de Chile lo
que le mandan los bolivianos, sino que además también lo necesita.
La matriz energética argentina ha migrado su demanda de petróleo
hacia una creciente demanda del gas. Ha caído la presencia del rudo
y ligeramente crece la creación de fuerza hidroeléctrica en
electricidad.
Cuando Evo Morales asumió en Bolivia, nacionalizó la renta energética,
que también incluye el petróleo. El paso siguiente al pataleo
de los inversores extranjeros (entre los que se destacaban la brasileña
Petrobras y la española Repsol) fue el acuerdo en los precios de exportación,
que hasta allí eran irrisorios. Los principales clientes, Argentina
y Brasil, acordaron pagar lo que sabían que era justo.
Brasil, con los nuevos hallazgos en el Océano Atlántico, puede
convertirse en un competidor serio de Venezuela en la capacidad de producción
de crudo. No solo superará el actual autoabastecimiento de combustible
líquido (completado con el etanol, en base a producción agrícola,
que ahora exportaría a Estados Unidos) sino que se comvertirá
en los próximos veinte años en un exportador neto. Algunas de
las ex colonias portuguesas en Africa (Angola y Mozambique) serían
potenciales clientes, a los que habría que agregar Argentina. El crecimiento
económico brasileño es sostenido pero lento y no tendrá
mayores problemas de abastecimiento. Gradualmente se va independizando de
Venezuela, que es su gran proveedor.
Argentina, en cambio, viene sosteniendo el mayor crecimiento económico
de la región. Si los próximos cuatro años se mantiene
el ritmo de los últimos seis, habrá duplicado el PBI de los
90. En el horizonte nada hace vislumbrar un freno. Los récord en actividad
industrial, recaudación y consumo, no hacen preveer una caída
en el corto plazo. Lamentablemente esa expansión económica no
fue acompañada con la previsión necesaria ante la demanda creciente
de energía. De apuro se crea la empresa estatal ENARSA, destinada a
cubrir lo que en otro momento fueron YPF y GAS del Estado. Con una dependencia
de capitales y timming de la poderosa petrolera venezolana PDVSA aún
no termina de mostrar un poderío necesario. Lleva años convertirla
en algo importante y la necesidad es aquí y ahora. En veinte años
recién podría empezar a generar producción, gracias a
emprendimientos conjuntos con otras empresas estatales latinoamericanas en
Venezuela, Ecuador y Bolivia. La exploración conlleva un tiempo más
lento que el del crecimiento. Esto nos ha convertido en importadores de energía.
El gas viene en gran parte de Bolivia y una porción creciento de petróleos,
proviene de Venezuela.
En el acuerdo de Buenos Aires, los tres mandatarios acordaron coordinar políticas
de abastecimiento energético de acuerdo a las coyunturas particulares
de cada país. Este es el tipo de mecanismos que consolida el Mercosur.
La necesidad es más fuerte que el mar cuando de países se trata.
Recordemos que la Comunidad Europea, nació en un acuerdo del mercado
del carbón, derivando luego en la actual organización supranacional.
Febrero 2008-02-24
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