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La irresponsabilidad de Uribe
pone en riesgo en la región
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Por Daniel do Campo Spada.
(Extraído de ECO Informativo DigiTAL)

Un soldado ecuatoriano recorre lo que hasta hace pocas horas fué un campamento móvil de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Se tapa la nariz porque los quince cadáveres que allí se encuentran empiezan a estar en estado de descomposición. Catorce de ellos están boca arriba y uno solo boca abajo. La mitad presenta heridas en todo el cuerpo, como las que dejan las artillerías de helicóptero, con capacidad para perforar blindados, pero con la particularidad de otro disparo, como de pistola de mano en algún sector de la cabeza. Indefectiblemente han sido “rematados”. Los árboles aparecen como cortados por un grupo de boy scouts, efecto indefectiblemente del tremendo impacto de un bombardeo que duró veinte minutos con un objetivo de 100 metros cuadrados. Un dia después aún queda un humo de lo que debe haber sido una fogata en medio de un bosque bastante cerrado. Muy lejos parece la escenografía de haber sido un grupo que estuviera huyendo como dijo el gobierno de Uribe. La explicación oficial del Palacio de Nariño es que la intromisión en territorio ecuatoriano se debió a una carrera en combate. Si nada quedó en pie, las gran pregunta es como hicieron para salvarse las computadoras que Bogotá dice haber capturado junto al cadáver de Raúl Reyes número dos de la guerrilla y ante lo que parecía una precaria estadía de una noche, nadie puede explicar cómo se alimentaban las baterias. ¿Si hubieran estado en combate, habrían estado portando elementos innecesarios para el combate?
Los expertos militares del gobierno de Rafael Correa demostraron que para llegar hasta allí y tomar a traición el campamento, tuvieron que atravezar casi cincuenta kilómetros volando por territorio ecuatoriano para llegar al punto del objetivo, que aunque está a 10 km lineales de la frontera es imposible acceder por el Departamento de Putumayo porque este está en control de las FARC. Esta violación clara de la soberanía generó la peor crisis diplomática del subcontinente en los últimos años.
Alvaro Uribe, uno de los Presidentes más dependiente de Washington que Colombia haya conocido, utilizando información de los servicios de inteligencia norteamericanos, que junto a los soldados tienen 2.400 efectivos en el país, ordenó el mortal ataque cuando localizaron el teléfono satelital con el que Reyes negociaba con los emisarios franceses la liberación de Ingrid Betancourt. El Departamento de Estado le dijo por medios diplomáticos a los europeos que evitaran entrar en contacto físico con el negociador de la guerrilla. Ellos le dieron las coordenadas a los militares colombianos que hicieron el mortal ataque. Al mismo tiempo, bloquearon los sitios de internet de las FARC y el de la Agencia de Noticias Nueva Colombia para evitar la comunicación entre las unidades y los comandos de la guerrilla. El apuro era para evitar que se concrete la liberación de la prisionera con más prensa. Cuando el político de Antioquía visitó a Nicolás Sarkozy le pidió a su par francés de que le deje llevar la lucha “a lo Bush”, es decir a puro metralla. Consciente de que cada liberado mejora la imagen de la insurgencia, no quiere que sigan saliendo a la luz. El europeo le dijo que una vez que recuperara a Ingrid Betancourt hiciera lo que quisiera. “Es tu lucha”, redondeó el habitante de París, más preocupado por Carla Bruni, su nueva pareja.
El jueves 6 de marzo, coincidiendo con la marcha en contra de Uribe que se realiza en varias ciudades del continente, la ex candidata a presidente Betancourt estaría nuevamente ante las cámaras del mundo en libertad. A toda costa Uribe logró evitarlo, aunque para ello generó un verdadero tembladeral en la región. La orden era destruir el campamento, entrar a fuego y robarse el cadáver de Raúl Reyes para poder mostrarlo al mundo. Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa de Colombia, no podía disimular su sonrisa ante los flashes de los medios de comunicación internacionales. Su política de guerra abierta ganaba una batalla. Sabe que su puesto está amenazado por los fabricantes de armamentos norteamericanos, porque están subutilizando los u$s 4.000 millones anuales que el Tesoro norteamericano tiene destinado para su uso. “Hay que gastar balas”, bramó el Embajador estadounidense en Bogotá en una reunión secreta. Por eso, duplicaron los ataques a las selvas del sur procurando aniquilar a las FARC, algo estratégicamente imposible, aunque económicamente redituable, ya que incluso a los militares que entran en combate les pagan doble el día que tienen enfrentamientos.
La personalidad de Uribe es la clave de su política. Propenso a la mentira, desde sus épocas de estudiante se escondía detrás de la frágil imagen que transmite detrás de sus anteojos, pero apelando a su inteligencia para hacer que los otros se peleen en favor de sus intereses. Sus conocidos de juventud dicen que lograba enfrentar personas que eran amigas apelando a todo tipo de artimañas. Años después llegaron los contactos con el narcotráfico y las bandas de delincuentes organizados de las Autodefensas Unidas de Colombia, instrumentadas para los intereses de los terratenientes. Las mismas bandas que fueron eliminando físicamente uno a uno a cada contendiente que tuvo en su carrera política hasta llegar hasta el Palacio. Cuando estaba por concretarse la entrega de las primeras prisioneras, escondió hasta último momento el paradero de Emanuel, hijo de Clara Rojas, a quien dejó arrumbado en un Instituto de menores hasta que sus necesidades políticas lo demandaran. Boicotear el proceso de entrega fue la medida justa para administrar impunemente la vida de una criatura. Poco es lo que se puede agregar a tamaña aberración ética.
El conflicto recién empieza y pocos saben donde terminará, pero el Gobierno de Bogotá sabe dónde no quiere que termine.

Marzo 2008-02-06
TECUM – NOVO MundusNET
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