Por Daniel do Campo Spada
En
la misma semana el gobierno nacional de Cristina Fernández tomó
la decisión de pagar la deuda que el país tenía con el
Club de París y logró impulsar a través del Congreso
la ley que permite la reestatización de las empresas Aerolíneas
Argentinas y Austral. Por distintos motivos, eran dos maniobras que el Poder
Ejecutivo debía tomar aunque en las mismas, aparecen algunas grietas
a resolver.
Aerolíneas Argentinas y Austral.
El justicialismo
logró superar el contrapié que significó la crisis con
el campo en un Congreso en el que numericamente tiene una mayoría propia
envidiable para cualquier gestión. El triunfo de los terratenientes
insertó sin embargo, una fuerte corriente emocional de inseguridad.
Por ello se vivió con mucha expectativa, atendiendo la política
de Fernández de hacer pasar lo más posible por los legisladores,
como forma de sepultar la imagen de autoritarismo que los medios le han construído.
Al permitir el debate de los diputados y senadores, ello no puede ni sostenerse.
Por ello, aprendiendo de la lección anterior, en la Cámara Baja
ya se consensuaron los debates y negociaciones que se iban a dar en la Cámara
Alta, para evitar celos entre las dos instancias. Entre los diputados, muchos
representantes de Solidaridad e Igualdad (aristas disidentes) procuraron una
modificación al proyecto oficialista, que propendía a la compra
de las empresas, su saneamiento y posterior re-privatización. Los sindicatos
aeronáuticos también presionaron para que se incluya la necesidad
de que jamás vuelva a salir de las manos estatales.
El proyecto de la oposición de derecha (Propuesta Republicana y Coalición
Cívica) de dejarla quebrar y formar una compañía de cero
era a todas luces inviable. No solo que se habría tardado cinco años
en reinstalar naves, personal y rutas sino que en el medio se habría
favorecido a empresas privadas sino que además se corría el
riesgo de desempleo permanente de los empleados y la incomunicación
disfuncional de las principales plazas del país. Para quienes apoyan
el proyecto de Mauricio Macri y Elisa Carrió lo correcto era dejar
ingresar a competidores privados sin importar si eran extranjeros, coherentemente
con el modelo neoliberal de los 90.
Las empresas de turismo saludaron la medida de comprar las acciones de Marsans
y quedarse con el 100 % de una empresa que de hecho hace un buen tiempo que
funciona gracias al aporte del Estado, que solventa sueldos y combustibles.
El vaciamiento que han hecho los españoles (Iberia, SEPI y Marsans,
cada uno a su turno) ha sido impresionante, logrando convertir a una de las
diez mejores empresas mundiales en su ámbtio. Incluso el Tribunal de
Tasación, que será el organismo que fijará el precio
denunció que ha recibido balances confusos de los europeos, donde incluso
se habla de un patrimonio de 85 naves, de las cuales cerca de medio centenar
no salen de los talleres.
La deuda del Club de París.
El Club de
París, nació al calor de los acreedores de la Argentina que
tras el primer peronismo se juntaron para llegar a una negociación
conjunta. Diecisiete países son los integrantes de un pool informal
que por hábito presiden siempre autoridades oficiales de la economía
francesa. Cuando el país llegó a una renegociación con
quita violenta de su deuda durante la Presidencia de Néstor Kirchner,
se opusieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París.
Eso era lo mismo que cerrar las puertas a cualquier fuente de financiamiento.
El ex mandatario se sacó de encima al FMI cancelando de una sola vez
la deuda con un mecanismo igual al que ahora se usa on los europeos, es decir,
apelando a las reservas del Banco Central de la República Argentina
(BCRA), que luego se devuelven con la recaudación pública. El
Presidente de la entidad financiera (BCRA) que es el banco de bancos,
Martín Redrado, muchas veces sindicado como futuro Ministro de Economía,
dijo en un seminario que no habrá problemas para recuperar las reservas.
Actualmente quedarían en u$s 40.900 millones, decontando el pago de
u$s 6.700 millones, por lo que sigue siendo
Al ver el sitio del club, cuando uno consulta la deuda del país, aparece
documentada al 22 de julio de 1992 en una cifra de uSs 2.700 millones. Suponiendo
que ello se haya indexado en estos 16 años, la deuda casi se habría
incrementado en un 250 %, a razón de un 15 % anual. La cifra, sin embargo
es mayor ya que hasta allí la cifra resultaría normal para un
país que se atrevió a presentar un default. De ultima
es la tasa a la que nos está prestando Venezuela (único país
en el mundo que accede a comprar títulos de deuda argentina).
Los banqueros e industriales grandes dicen estar contentos porque ello abrirá
créditos a tasas más razonables y el gobierno cree que ello
le dará más aire para el 2009, cuando deba afrontar pagos del
servicio de deuda por u$s 20.000 millones. En sendos avisos publicitarios,
el gobierno ha agregado su segundo eje de política de Estado. A la
redistribución le incorpora ahora el desendeudamiento.
¿Desendeudamiento a cualquier precio y con cualquier deuda? Esto ha
generado ruido en las propias bases del oficialismo. No discuten pagar, aunque
preferirían saldar la deuda social, tal como Cristina Fernández
vociferó en los aciagos días de resistencia a los ataques del
campo.
De ahora en más.
El gobierno vuelve a dejar a la oposición un paso atrás, aunque a costa de dos jugadas peligrosas, que aún no han quedado cerradas. Aerolíneas Argentinas estará a la vista permanente de sus detractores, que no pierden oportunidad de marcar cualquier retraso en la salida o arribo de las naves, como si no supieran que las fallas de hoy son consecuencia de los errores del pasado reciente. En cuanto al Club de París, la pista es mucho más rebalosa. ¿Cuándo los mercados de capitales fueron confiables?
SEPTIEMBRE 2008-09-07
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