Por Daniel do Campo Spada.
Con
menos actos y repercusión mediática de la esperada, se cumplieron
25 años de las primeras elecciones del actual período democrático,
cuando en el epílogo de la dictura que huía del poder tras las
masacres de la represión, la humillante derrota en la Guerra de las
Islas Malvinas y el estrepitoso fracaso de su modelo económico, los
argentinos concurrimos a las urnas para elegir nuevamente un presidente. El
triunfo de la Unión Cívica Radical con la candidatura de Raúl
Alfonsín es apenas un dato comparado con el impacto que el hecho provocó
en la historia.
La Multipartidaria, conjunto de partidos políticos que se unieron en
el reclamo de una apertura había realizado una marcha callejera considerable
el 16 de diciembre del año 1982 en lo que ya marcaba la retirada de
los militares, suerte de ejército de ocupación en su propio
territorio. El ex general Reynaldo Benito Bignone tuvo la misión de
cerrar y cubrir la retirada. Intentó pactar con el Justicialismo derechizado
de Italo Argentino Luder y Deolindo Felipe Bittel y los sindicalistas de las
62 Organizaciones conducidas por el Secretario General de la Unión
Industrial Argentina (UOM) en la creencia generalizada de que el peronismo
(hasta allí invicto en las urnas) sería el ganador. Pero lo
impresentable de una dirigencia acunada en plena dictadura, a la que habría
que agregarle el filo-nazi dirigente de Avellaneda Herminio Iglesias, candidato
a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, provocó que la ciudadanía
le diera la espalda y le brindara una sorpresiva victoria al radicalismo renovado.
Los festejos de 2008 en el Luna Park, con un Alfonsín que apareció
a través de un video ya que su estado de salud le impidió estar
presente, es un reflejo de lo que fue ese primer gobierno de esta que la etapa
más extensa de democracia en la historia argentina. El radicalismo
es egoísta y egocéntrico. Solo sus dirigentes, sus
banderas, sus eslogans. ¿Soberbia?
En el 85 llevaron a juicio a los mismos militares a los que tuvieron que aministiar
en el 87. Intentaron una economía industrial con Bernardo Grinspun
para terminar con un total encolumnamiento con el Fondo Monetario Internacional
(FMI) a través de Juan Vital Sorrouille. Sus carteles hablaban de que
se iban a quedar 100 años y terminaron abandonando el poder seis meses
antes de su cumplimiento. El radicalismo no sabe administrar el poder. Algunas
agrupaciones sirven para oposición.
La experiencia de Fernando De la Rúa y la Alianza en el 2000 ratifica
esta sospecha.
Con el diario del día siguiente es fácil establecer pronósticos,
aunque a luces vista el triunfo radical permitió el puente que también
le sirvió al peronismo para aprender a negociar, a abrir el juego.
Ser oposición le enseñó al justicialismo a llegar y mantener
el poder sin la presencia de Juan Domingo Perón.
Noviembre 2008-11-02
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