El nuevo Congreso argentino
y la sombra de Honduras.
Por Daniel do Campo Spada.
Desde el 10 de diciembre los argentinos tenemos un nuevo Congreso. Los resultados
de los comicios del 28 de junio pasado, el mismo día del golpe en Honduras
se plasmaron en las bancas con el mismo odio y resentimiento que existía
a mitad de año fogoneado por los multimedios de la ultraderecha y el
extablishment. Claro que en el medio hay una clase media lumpen que cree que
Susana Giménez, Marcelo Tinelli o la Mirta Legrand les
tratarían en forma personal como los ven en las cámaras. A cualquier
cholulo, estos inidividuos los echarían ni siquiera cuerpo a cuerpo,
sino ordenando a sus patovicas para que saquen a esos afuera,
cual si fuera la bolsita de la basura. Todos los partidos de la oposición,
exceptuando la digna posición de Martín Sabatella (no
somos oficialistas, pero tenemos muy en claro que no queremos saber nada con
la derecha) se juntaron para romper una tradición parlamentaria.
A pesar de que el gubernamental Frente para la Victoria (FPV) es la primera
minoría, doblando en cantidad de legisladores al segundo que es el
radicalismo, le quitaron la Vicepresidencia primera del cuerpo y el control
de las princpales comisiones. ¿Golpe de Congreso?
Repasemos el peligroso antecedente de Honduras. Cuando Manuel Zelaya, quien
llega al poder por el conservador Partido Nacional de Honduras, empieza a
tener políticas de justicia social en uno de ellos países con
mayor injusticia en la lucha de clases, los legisladores comenzaron a bloquerlo.
A pesar de tener a la base norteamericana mas grande en Centroamérica
en su territorio (desde donde partieron las conspiraciones o contrarrevoluciones
hacia sus países vecinos) adoptó una política exterior
independiente que le permitió unirse con los países del ALBA,
que encabezados por Venezuela, agrupa a las naciones con mayor historial de
desigualdad, como es el caso de Nicaragua, Bolivia, Ecuador o varias de las
pequeñas naciones caribeñas. Allí prima la economía
solidaria por sobre el lucro empresario. Lo humano está por delante
del dinero. Un aténtico sentido cristiano de la vida. Pero el punto
que la oligarquía hondureña, que predomina en el Congreso no
pudo soportar que en Tegucigalpa una reunión extraordinaria de la Organización
de Estados Americanos (OEA), que ya no controla Estados Unidos, le pidiera
disculpas y le abriera nuevamente las puertas a Cuba después de cuarenta
años de bloqueo. La luces rojas se prendieron en Washington. ¿Quienes
son estos latinoamericanos para pensar por ellos?
El golpe de Estado hondureño estuvo pergeñado por las clases
altas, encarnadas en los multimedios y la cúpula de las fuerzas armadas
y la Embajada de los Estados Unidos. En un primer momento la Casa Blanca intentó
disimular una neutralidad de sorpresa, pero con el correr de los meses se
demostró lo que todos sabemos. Que Obama sea negro no significa que
sea progresista. Además, incluso el día que recibió un
sorpresivo Premio Nobel de la Paz que nadie entiende, en Estocolmo
les dijo a los señores de Academia que algunas guerras son necesarias.
Don Nobel se revolvía en la tumba. Tampoco se debe olvidar que en el
Departamento de Estado se encuentra una halcón como es Hillary Rodham,
esposa de Bill Clinton, quien mientras se mostraba simpático y desacartonado,
atacó Irak, Afganistán, Sudán, los Balcanes y otras atrocidades.
Cuando toda la comunidad latinoamericana apoyaba la postura de la restitución
innegociable del depuesto mandatario al poder, los estadounidenses apoyaron
al dictador Roberto Micheletti y dijeron que las elecciones, aún hechas
bajo las libertades individuales restringidas y violadas, medios de comunicación
cerrados y gran persecusión a los ciudadanos, eran una salida.
Decir esto es como admitir que un casamiento entre violador y víctima
sería una salida elegante. Detrás de Estados Unidos
se acomoda su nueva colonia, Colombia, y países con economías
y dirigencias subsidiarias como Costa Rica, Panamá y Perú, más
la Comunidad Israelita de Tel Aviv, gran proveedora de armamentos, muchos
de ellos prohibidos por la Convención de Ginebra. Mientras Porfirio
Lobo, de la oposición de derecha asumirá, el auténtico
Presidente constitucional, Mel Zelaya, sigue refugiado en la Embajada de Brasil.
Pero en esta nota la intención era comparar los Congresos argentino
y hondureño. A las pocas horas de que los militares sacaron al mandatario
legítimo en pijamas de su casa y lo dejaron en el Aeropuerto de Costa
Rica (en un operativo coordinado con aviones militares de Estados Unidos que
tienen vía libre en la región), el Congreso se instituía
como la legalidad institucional avalando el cambio de autoridades.
Ese fue siempre el caballito de batalla que utilizó la oligarquía.
En el caso argentino, si Eduardo Fellner (FPV) se enferma, la Cámara
Baja queda en manos de Ricardo Alfonsín, designado por una cuarentena
de agrupaciones tipo sello pero con mucho dinero (de las que la reforma política
flamante quiere librarnos), pudiendo hacer un desastre ya que se dejaron al
oficialismo en minoría en comisiones imprescindibles para la gobernabilidad
como son Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales, Juicio Político
y Poderes y Reglamento. Aunque hay casi cincuenta comisiones permanentes,
estas son centrales para las políticas de cualquier gobierno. El hecho
de que el FPV haya quedado en minoría le impide sacar dictámenes
que lleguen al recinto. La idea que el terrateniente Eduardo Buzzi de Federación
Agraria Argentina (FAA) tenía de esmerilar al gobierno cada día
puede comenzar a desarrollarse ahora. No por nada los sediciosos de la Mesa
de Enlace celebraron en El Rosedal de Palermo la asunción de la nueva
cámara.
Para otro editorial quedará desgranar cual es el papel que cumplen
dentro de ese superarmado de la derecha parlamentaria sojeros como Pino Solanas,
lo que le daría una patina de supuesto pluralismo, del que se estaría
dando de bruces en su tumba Raúl Alfonsín si ve a su hijo Ricardo
encabeando una alianza con aquellos sectores que frenaron su gobierno en pleno
retorno a la democracia. El PRO del videlista Mauricio Macri lo nombró
incluso ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En ese
armado destituyente, porque no tienen otra intención que la de frenar
cualquier avance en redistribución o renacionalización de la
economía, es coherente la presencia de los legisladores de Elisa Carrió
y el menemismo.
Honduras ha sido un estigma, pero también una voz de alarma. Nos demostró
como son los nuevos golpes de Estado. En el 2002 fallaron en Venezuela, donde
estuvieron en el poder apenas 48 horas, pero ahora se han perfeccionado. La
ciudadanía debe estar atenta, porque si logran establecerse nuevamente
en Argentina el continente se derrumbará como un castillo de naipes.
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DICIEMBRE 2009-12-12
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