Todos somos palestinos nuevamente.
Por Daniel do Campo Spada.
Lamentablemente
los hechos nos demuestran que el dinero, mas que nunca, está por encima
de la dignidad de los humanos. El poder económico que la comunidad
judía tiene a nivel mundial es suficiente para comprar voluntades.
El silencio cómplice tiene sonido de dinero.
Cuando en enero de 2009 las tropas terrestres y aéreas de la comunidad
judía de Tel Aviv mataron a fuerza de metralla a casi 1500 civiles
desarmados en Palestina, que murieron atrapados en los techos de sus casas,
en sus escuelas, creímos que se había llegado al punto límite
de lo que se puede callar. ¿Podía el mundo seguir mirando para
otro lado? Los meses transcurridos nos contestan que sí. Nadie habla.
Estados Unidos, Europa y hasta la hoy agredida Turquía coquetean con
el poder sionista.
En Argentina, la otrora honrosa comunidad judía calla cómplicemente.
Las voces que en otro momento defendieron la libertad y buscaban un mundo
mejor, callan detrás de sus dirigentes de la DAIA y la AMIA. La Agencia
de Noticias Judia (ANJ) se limita a replicar un testimonio en el que un soldado
del sionismo dice haber sido agredido al descender a las naves, que al estar
en aguas internacionales no tenían por qué recibir ninguna intromisión
de fuerzas militares de una comunidad no reconocida como país.
En las imágenes que se veían en los celulares que los voluntarios
mostraban a bordo del barco turco se veía que no hubo intermediación.
Solo una orden. Escarmentar, para que el mundo sepa cual era el mensaje. Esto
les pasa por ayudar a los palestinos.
La Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) pidió por
el colega David Segara de la cadena Telesur quien estuvo detenido más
de un día y al igual que todos los periodistas presentes (muchos de
ellos turcos) y los tripulantes, fueron desprendidos de su material fílmico
y fotográfico. Lo único que el mundo conoce es lo que hasta
el momento del abordamiento pudieron transmitir vía internet o telefonía
celular. El Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel
manifestó que Israel no respeta a sus vecinos a los que atropella con
su fuerza militar y a pesar de ser el pueblo de David, se ha convertido en
el Goliat de Medio Oriente.
Los europeos, Japón y Estados Unidos, como era de esperar, avalaron
en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas el desmesurado acto hebreo,
en el que también guarda una prudencia sospechosa el propio Presidente
de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, quien de moderado
parece cómplice de cada agresión contra la Franja de Gaza, sector
en el que dominan los partidarios de Hamás, contrarios a su partido
Al Fatah.
En Argentina y en el mundo, oponerse a la política agresiva de la comunidad
de Tel Aviv implica ser agredido por las organizaciones sionistas que gozan
de un gran poder económico por lo que gozan de total impunidad. Pueden
matar a pasajeros de barcos humanitarios desarmados en aguas internacionales,
llevarlos detenidos a sus tiendas cuando estos se dirigían a Palestina.
Asesinaron, hirieron, decomisaron en forma ilegal todos los materiales fotográficos
y fílmicos que los pudieran inculpar y no les va a pasar nada. Como
nunca pasa nada cuando lo comete algún seguidor de la estrella de David.
¿Acaso podemos esperar algo de la comunidad internacional? ¿Acaso
le harán algo a quienes un año y medio atrás ocuparon
barios de Palestina y mataron a 1.500 civiles, de los cuales la tercera parte
eran niños? ¿Podemos imaginar que alguien tendrá valentía
ante quienes no dudan en detener durante más de 25 años a personas
árabes por el solo hecho de no ser judíos?
A todo esto, ¿donde están los judíos que estén
en contra de estas vejaciones?
do Campo Spada, 2010
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MAYO 2010-06-05
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