Por Daniel do Campo Spada.
España no ha tenido la valentía de afrontar sus miserias contemporáneas
que dentro de poco llegarán al siglo. Su guerra civil mostró
lo mas bajo del ser humano, superando con creces en morbosidad y cifras a
las dictaduras que enlutaron a nuestra América Latina. Cuando el polémico
juez Baltazar Garzón intentó revolver un poco de la historia
negra de su país, lo suspendieron y lo premiaron con un puesto de colaborador
del Juez argentino Guillermo Moreno Ocampo en el Tribunal Penal de La Haya.
Garzón, sospechado de avalar la tortura a vazcos, catalanes y árabes,
según denuncian en la última edición del mensuario Resumen
Latinoamericano1 un centenar de notables de nuestro continente intentó
tímidamente hacer con su país lo que ya hizo con algunos dictadores
extracontinentales a los que llevó a juicio por violaciones de lesa
humanidad. Llevar al franquismo al banquillo de los acusados mostró
la debilidad de una democracia inexistente, acotada y por sobre todas las
cosas muy débil que cedió ante la suspensión del Magistrado
de la Audiencia Nacional. El Pacto de la Moncloa, agrupó a todas las
fuerzas políticas, que se comprometieron a no revisar el pasado, no
tocar las estructuras de poder social y por sobre todas las cosas no analizar
la existencia de la monarquía, un auténtico anacronismo en los
tiempos actuales. De allí provino el posfranquismo que hizo como si
no hubiera pasado nada.
El franquismo, que le debe su nombre al dictador Francisco Franco, gallego
de El Ferrol que destruyó a sangre y fuego la experiencia democrática
de la República para reinstaurar la monarquía y alinear al pequeño
país con los Estados Unidos y los valores occidentales y cristianos.
Nacido como territorio de experimentación de las armas que los nazis
alemanes utilizarían inmediatamente en la Segunda Guerra Mundial, sumió
durante cuarenta años a todo su territorio en una carcel disimulada
apelando al temor cotidiano y al oscurantismo cultural. Pero allí no
termina todo.
En esas cuatro décadas desaparecieron casi 100 mil personas, tres veces
más que la dictadura argentina de Jorge Videla en la que no dudaron
de forzar la delación entre parientes, amigos y vecinos. No solo se
expropiaban viviendas y dinero en forma totalmente arbitraria sino que se
cometió uno de los más aberrantes hechos. A la luz del día,
se le quitaron a sus madres y familias cerca de 30 mil niños para que
sean educadas por familias derechistas en lugar de las suyas que adherían
a las ideas republicanas. Quienes no lograban ser ubicados en grupos adictos
al régimen eran internados hasta su mayoría de edad en institutos
pupilos católicos de concepción falangista.
Aunque los tribunales españoles se consideraron competentes en investigar
violaciones a los derechos humanos violados en Argentina, Chile, El Salvador,
Guatemala, China, Ruanda y la zona de la Franja de Gaza, suspendieron al polémico
juez Garzón por querer hacer lo mismo en su país. Así
lo testifica Ramón Sáez Valcárcel, uno de los tres jueces
de la Audiencia Nacional que apoyaron al iniciador de la causa, según
consta en una nota de Gabriela Juvenal para el diario Miradas al Sur2.
En el año 2007 se dicta la Ley de la Memoria histórica, una
suerte de ejercicio intelectual sin implicancias judiciales, que las Naciones
Unidas denunció como insuficiente ya que el Estado debía hacerse
cargo de las investigaciones y no dejar ese esfuerzo en manos de particulares
tal como ocurrió entre 1985 y ese año, en el que se realizaron
esporádicas exhumaciones basadas en iniciativas de familiares de las
víctimas.
Volviendo a Garzón, personalidades como Atilio Borón, Norman
Briski, Patricio Echegaray y organizaciones de Derechos Humanos de Argentina,
Brasil, Uruguay y Chile, denuncian al juez como colaborador de los golpistas
en Venezuela, asesor del régimen de Uribe en Colombia y de atacar a
los vascos, catalanes y otros militantes regionales que inmediatamente son
incomunicados por meses bajo la figura de terroristas, abriéndole la
puerta a la tortura y malos tratos en las cárceles de la monarquía
española.
Evidentemente el pequeño país del sur europeo no solo enfrenta
una dura crisis económica que les traerá una decadencia mínima
de una década, sino que además no es capaz de revisar su lamentable
pasado mientras se mueve como una semi-democracia.
do Campo Spada, 2010
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MAYO 2010-06-12
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