La derecha se pelea de cara al 2011.
Por Daniel do Campo Spada.
La
derecha argentina nunca se sintió cómoda en la democracia. El
sistema no los convence. No les gustan las masas ni que los pobres tengan
la misma calificación de voto que ellos. En los últimos tiempos
han recuperado espacios gracias a la acción tendenciosa de los grandes
oligopolios y pudieron de esa manera insertarse en ese envidiable espacio
llamado sentido común. Desde allí han logrado que
sus ideas y sus candidatos se disfracen de centro. Pensar que el medio es
el equilibrio es otra de las falacias del sentido común, pero ¿quien
lo mueve? Desde esa instalación le dicen autoritaria a la Presidenta
Cristina Fernández que siempre se movió a través del
Congreso aún cuando este le es contrario hasta la irracionalidad, pero
sin embargo un Vicepresidente traidor (porque no le cabe otra palabra) como
Julio Cobos se da porte de republicano.
Sin embargo esa derecha se está fagocitando en las luchas de poder.
Veamos.
En la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín y Julio
Cobos quieren ser los candidatos presidenciales del Partido de Leandro N.
Alem. Es una pelea de nombres y sectores pero no ideológico. El ricardismo
no es el alfonsinismo y bajo su ala están muchos de los que enfrentó
su padre Raúl. De todas formas se vale del parecido físico aunque
los propios conocen la diferencia y en los extraños pesan las imágenes
de los últimos años de la debilidad de su gobierno. Los cobistas
saben que lo único que lo mantiene en los medios es la posibilidad
de desempatar en un Senado que tiene las bancadas empatadas. Es el arquero
que la Constitución puso allí para defender al gobierno pero
con la garantía de la traición de que dejará pasar todos
los pelotazos. Dicho de otra forma, siempre votará en contra de la
Presidenta Cristina Fernández, la misma que lo llevó en su lista
siendo este el mas notorio error político del recientemente fallecido
ex Presidente Néstor Kirchner.
Dentro del radicalismo hay una segunda línea que figura en los medios
pero que no es capaz de articular políticas y que en votos pasan a
ser desoconocidos, como es el caso de Oscar Aguad, Ernesto Sanz, Gerardo Morales
y Silvana Giúdici. Esta última es patética en su dependencia
de las órdenes de Héctor Magnetto, CEO del oligopolio Clarín,
ya que lee el matutino cada mañana para saber qué va a decir
y arregla con la producción del canal de televisión TN sus intervenciones
y conferencias en la Cámara Baja. El pacto era defender a Ernestina
Herrera y sus empresas a cambio de horas de pantalla que le permitan ser conocida
por lo porteños, pero no logró ser identificada. En Capital,
un probable triunfo de Mauricio Macri será seguido de una buena performance
del peronista Daniel Filmus, seguido de alguien de Fernando Solanas, por lo
que su tiempo parece agotarse.
Los posmenemistas están en auténtica crisis. Como si fueran
dinosaurios saben que apenas luchan por evitar su desaparición. El
primero de ellos ha sido la partida de Carlos Reutemann quien tras las manifestaciones
de la muerte de Kirchner se ha convencido de que hay un nuevo poderoso espacio
en el país y que así como están las cosas no sería
capaz de ganar en soledad ni en Santa Fé. Tampoco quiere cederle al
peronista Agustín Rossi pero percibe que su crecimiento va de la mano
de la consolidación de Cristina Fernández como figura dominante
a nivel nacional. En Córdoba esto lo percibió el pro terrateniente
Juan Schiaretti y también quiere negociar con la Casa Rosada.
El empresario Francisco De Narváez ya resignó sus aspiraciones
presidenciales por dos motivos que pasan por su condición de colombiano
de nacimiento y porque hoy es imposible competirle a la Presidenta. Intenta
aspirar a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, pero sabe
que las cosas son distintas que en el 2009 cuando en pleno fervor destituyente
le ganó las parlamentarias a Kirchner por ajustado margen. Por ello
no enfrenta directamente a Daniel Scioli.
Eduardo Duhalde quiere demostrar lo que parece irreversible. Su pre candidatura
presidencial no tiene ningún futuro y lo que mas pesa es su dolor de
ya no ser quien maneja el conurbano bonaerense. Sus propios colaboradores
y ex aliados, inclusive el actual Jefe de Gabinete Aníbal Fernández
insisten en que debió haberse quedado en su retiro y permitirse de
esa manera ser considerado el artífice de la transición entre
el derrumbe del 2001 y la estabilización comenzada en 2003. Al volver
al ruedo pierde ese aura de gran armador que supo tener en los 90 y principios
de este siglo. En su living circulan otros dirigentes con horizontes de final
como Juan Carlos Romero, quien ya no gana ni en su provincia, los hermanos
Rodríguez Saá que por primera vez verían un frente progresista
que le sacaría parte del poder en su distrito y el misionero Ramón
Puerta que solo administra su fortuna.
En el macrismo son conscientes que Mauricio Macri no tiene capacidad para
aspirar a algo más que lo que ya dispone. Mas allá de sus asesores
de imagen que le han enseñado a responder sin contestar, sub ejecutar
el presupuesto y ausentarse más de tres meses por año para no
exponerse es notoria su fragilidad cuando el que pregunta es un periodista
que no pertenece a los medios del establishment. No tiene militancia previa
y lo único que ha sabido es mandar. Fue criado y educado para gerenciar
las empresas de su padre, pero no es lo mismo que los puestos ejecutivos en
la política. Para lo legislativo queda claro que no sirve ya que tiene
el récord de ausencias y ningún proyecto presentado en su paso
por la Cámara de Diputados. Como mucho volverá a presentarse
en la Ciudad de Buenos Aires donde la ultraderecha tiene un piso de 30 % pero
de a poco busca una salida elegante a una candidatura presidencial que no
está ni en la cabeza de sus adláteres. Para peor, Gabriela Michetti
y Horacio Rodríguez Larreta saben que otros cuatro años en la
gestión porteña no es lo que les gusta. Lo tomaron como una
transición para lanzar al hijo de Franco Macri y ocupar ellos ese espacio
que ahora no sería para ninguno de los dos. El casamiento con la diseñadora
Juliana Awada ni el sacarse o dejarse de nuevo el bigote ya no alcanza para
levantar su imagen después de tres años de una gestión
inoperante.
Las escuchas ilegales lo siguen comprometiendo y en el PRO les salió
mal el intento de lograr una rápida absolución a través
de una investigación en la Legislatura. No solo no funcionó
sino que la condena llegaría antes incluso de la del Juez Federal Norberto
Oyarbide.
Elisa Carrió, Jefe de Coalición Cívica parece al borde
del colapso emocional y vive en una realidad paralela que comienza a molestar
incluso a sus alidos radicales como Ricardo Alfonsín, a los socialistas
Hermes Binner y Rubén Giustiniani y a Margarita Stolbizer del GEN.
Los acusó a todos de haber transado con el Gobierno de Cristina Fernández
al darle quorum y habló ante las cámaras de TN y Canal 13 de
la existencia de una nueva Banelco, en referencia al soborno llevado adelante
por el Gobierno de Fernando De la Rúa para modificar negativamente
las leyes laborales. Solo resisten a su lado Patricio Bullrich y Fernando
Iglesias en su total ocaso. Adrián Pérez busca alguna salida
que podría estar por el lado del PRO. Aún en las encuestas propias
no llega ni al 3 % en la intención de voto. En la última elección
había salio tercera en la Ciudad de Buenos Aires que es su distrito
fuerte.
En Proyecto Sur empezaron a cansarse del individualismo del cineasta sojero
Fernando Solanas ya que no consulta ni a Alcira Argumedo, reconocida intelectual
que le prestó el tinte académico a su conformación política.
El economista Claudio Lozano ha quedado en soledad y optó por repetir
el esquema de hacer la suya. Se nota en la Cámara cuando Pino
dice ante TN (que lo impulsa) que esos temas no son los importantes,
no están en nuestra agenda y deja descolocados a varios de su
bloque.
Los socialistas de Binner y Giustiniani temen perder Santa Fé si el
progresismo se une al kirchnerismo peronista. Por primera vez se plantean
si lanzar al actual Gobernador a una casi segura derrota como candidato a
Presidente no pone en juego el único distrito en el que tienen el poder.
El socialismo sojero piensa que una alternativa sería que vuelva a
presentarse como cabdidato a gobernador y en forma testimonial acompañar
al ricardismo radical, aún a sabiendas de que serían derrotados.
Empiezan a sentirse incómodos con la presencia de Carrió que
avasalla a Giustiniani en el Congreso, reduciéndolo a apenas un integrante
de su corte.
La derecha afronta su peor momento desde la caida del menemismo y su permanente
deseo de volver al poder a pesar de los evidentes avances del país
en los últimos años la va dejando en soledad. Su base son un
entramado complejo de oligopolios mediáticos y un 30 % de ciudadanos
con ideas filofascistas en las que entran los odios de clase, la xenofobia
y cierto integrismo retrógrado. Son conscientes de que la muerte de
Néstor Kirchner ha desatado un huracán de adhesiones que estaban
contenidas. Lo único que quieren regular es con que velocidad les llegará
el viento del cristinismo.
do Campo Spada, 2010
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NOVIEMBRE 2010-11-21
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