Innecesario roce de Fernández
a los trabajadores.
Por Daniel do Campo Spada
El
paro de casi nueve días de los trabajadores del puerto de San Lorenzo,
en la zona de la ciudad de Rosario en la Provincia de Santa Fé, puso
momentos de tensión entre el Gobierno Nacional y el Movimiento Obrero
Organizado que el Ministro de Trabajo Carlos Tomada debió descomprimir
en sutiles maniobras. Las declaraciones en un acto de la Presidenta Cristina
Fernández de que no se puede andar haciéndoles protestas
a un gobierno nacional y popular cayó mal en la Confederación
General del Trabajo que tras una reunión de su conducción a
puertas cerradas prefirió imaginarlo como un exabrupto de la Primera
mandataria.
A instancias de la Jefa de Estado, el Ministerio decretó la conciliación
obligatoria para que los trabajadores portuarios retornen inmediatamente al
trabajo no sin antes levantar desesperadamente el tubo de su teléfono
para comunicarse tanto con la CGT San Lorenzo como con la CGT nacional de
Hugo Moyano. El pedido es que los sueldos igualen a la de los trabajadores
molineros y obtener de esa manera un mínimo de $ 5.000 mensuales atendiendo
que deben estar con jornadas extendidas, con alto riesgo y con contaminación
probable por trabajar con productos (aceites y granos) portadores de distintas
enfermedades cuando no restos de los propio agrotóxicos utilizados
en la siembra.
Walter Cabrera, el dirigente santafesino que encabezó la protesta (al
ser el Secretario General de la regional, mas allá de pertenecer al
gremio de los mecánicos de SMATA) no acusó recibo de las declaraciones
de Fernández que los acusó de haber sido complacientes
en los 90 y ahora atacar a un gobierno nacional y popular que reabrió
las históricas paritarias. De hecho, la CGT San Lorenzo está,
al igual que la CGT nacional detrás del proyecto kirchnerista. Sin
embargo, las asambleas de trabajadores de los puertos de San Lorenzo, Timbué
y San Martín entienden que no son escuchados por los empresarios exportadores
que, como dice la propia Presidenta, están ganando dinero como
nunca en la historia.
Con su extemporánea conducta Cristina Fernández pareció
haber escuchado a los integrantes de la Bolsa de Comercio de Rosario, un sector
que ha estado dentro de los que desde la llegada de este Gobierno integran
el frente destituyente organizado por la derecha terrateniente. Cuando sus
declaraciones tomaron estado público un sudor frío recorrió
a más de un aliado, que por un instante temió un nuevo coqueteo
con el sector empresario, responsable del desastre de las últimas décadas
del siglo pasado. Olor a menemismo dijeron algunos presentes en
el acto en que la mandataria, la mejor oradora de la clase política
actual le pegó un susto al pueblo.
Los próximos días dirán si puede corregir un desliz por
ahora mínimo, aunque el temor es que haya sido un acto fallido (hecho
sin querer pero pensado).
do Campo Spada, 2011 (C)
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FEBRERO
2011-02-05
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