Con grandes marchas en su contra terminó en otro fracaso la reunión del G-20.
Por Daniel do Campo Spada
Sabor amargo es lo que ha quedado tras la reunión del G-20 reunido
en Francia con el anfitrión galo, Nicolás Sarkozy, autor material
e intelectual junto a Barack Obama de Estados Unidos de la invasión
y destrucción de la ex República Árabe de Libia. Los
mismos que ordenaron el asesinato de Muhamar El Kadafi, los nombrados más
el italiano Silvio Berlusconi tras haberlo elogiado y agazajado tiempo antes,
tuvieron gestos de deferencia hacia la Presidenta argentina Cristina Fernández.
Esta tuvo un duro discurso en el que pidió capitalismo
en serio tras cometer un error teórico grave. Europa se llenó
de marchas en las que los pueblos del Continente Viejo pedían el final
de las mafias financieras. El derrumbe griego y el inminente de España
e Italia sembraron los nubarrones del único problema que les importa.
En un discurso valiente ante empresarios franceses y argentinos, la mandataria
de nuestro país pidió salir del anarcocapitalismo
para ir hacia un capitalismo en serio en el que las personas produzcan
y consuman. Cometió el error teórico de confundir a las teorías
anarquistas en las que ningún hombre explota a otro hombre con el capitalismo
salvaje. Mantuvo una reunión de trabajo en la que el Presidente
Barack Obama le pidió que le ayude a controlar ideológicamente
a América Latina al tiempo que le negó los archivos desclasificados
del FBI y la CIA de la época de la dictadura militar en Argentina de
la que Estados Unidos fue el gran mentor.
Las marchas de quienes ven derrumbarse su añorado estado de bienestar
fueron la tapa de la cumbre que terminó con duras represiones en todas
las capitales, pero con centro en Atenas, donde el destino se presenta caótico
ante las presiones del Fondo Monetario Internacional que la población
parece no poder soportar más. El mandatario Georgius Papandreu ofreció
un referendum que retiró a las pocas horas por mandato de los grandes
capitalistas del mundo que no están dispuestos a consultar a los ciudadanos,
por lo que tuvo que someterse a un voto de confianza del Parlamento que casi
no supera.
Aunque sonreía y miraba lascivamente a cuanta mujer se paseaba por
el Centro de Frestivales, el italiano Silvio Berlusconi podría caer
en los próximos días ante el agotamiento definitivo de su economía
en la que los habitantes de su país ven derrumbarse y desaparecer sus
puestos de trabajo. No andaba mucho mejor su par español José
Luis Rodríguez Zapatero a menos de un mes que su partido pierda las
elecciones nacionales que le abrirán de nuevo las puertas al franquista
Partido Popular de José María Aznar y Emilio Rajoy. En el pequeño
país peninsular las cifras de desocupados llegan al 30 % según
mediciones privadas y el 24 % según las oficiales.
Los chinos se manifestaron excépticos por los resultados y solo la
Presidenta Fernández reclamó control de los paraisos fiscales
y las mafias financieras.
do Campo Spada, 2011 (C)
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NOVIEMBRE
2011-11-05
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