Por Daniel do Campo Spada
Si
cambia el modelo a los primeros que se llevan puestos es a los trabajadores
dijo la Presidenta Cristina Fernández. Y tiene razón. Los neoliberales
y la oligarquía esperan agazapados una revancha que les pueda dar la
historia para destruir estos ocho años de dignidad que atravieza el
país. A la derecha no le gusta que a los pobres les vaya bien. Es un
odio de clase que tienen. Los empresarios se cimentan en pensamientos egoistas
y de superioridad. No solo les gusta tener sino que además disfrutan
de lo poco que puedan tener los otros. Por eso, no les gusta tanto que las
cosas les vayan bien a ellos cuando al mismo tiempo el niño va
limpio a la escuela (como decía Silvio Rodríguez en una
canción que le dedicó a la revolución sandinista en Nicaragua)
y en su casa hay dignidad en el trabajo de sus padres. No les gusta. Por eso,
mas que nada por todo esto, la primera mandataria debe saber que cuando la
pongan en peligro esos no la van a defender. Los únicos
que van a estar en esa trinchera, como ya ocurrió en el 2008, fueron
los trabajadores y las organizaciones sociales a las que ahora les pide domesticación.
El gobierno popular necesita a todos.
La semana anterior a las elecciones de octubre, Fernández dedicó
tres horas a almorzar con los dirigentes de la organización terrateniente
CONINAGRO, que tres años antes, junto a la Federación Agraria
(FA), la Sociedad Rural Argentina (SRA) y CARBAP intentaron destituirla, bloqueando
en carácter de sedición las rutas durante cuatro meses. Los
únicos que pusieron un camión en las rutas para decir este gobierno
popular tiene quien lo banca fueron los gremios (fundamentalmente camioneros)
y las organizaciones territoriales (principalmente Luis D´Elía
de la Federación de Tierra y Vivienda a quien no se le puede quitar
méritos a pesar de que a él solo le importa lo que publica o
no Clarín y jamás mira a la prensa popular a la que ni menciona).
El gesto es malo y mucho peor cuando el único candidato presidencial
que fue a tomar un café a la CGT (a pesar de la bronca de Víctor
De Gennaro) fue Hermes Binner. Con Moyano, la Presidenta no se sacó
ni una foto. Por el contrario, le hizo un importante aire a la Corriente Nacional
del Sindicalismo Peronista nacida para frenar a personajes que está
esperando su oportunidad para ser los nuevos Cobos como es el caso de Daniel
Scioli en Buenos Aires y Juan Manuel Urtubey en Salta.
Mientras que el sindicalismo peronista de la CGT y la CTA apoyaron a su candidatura,
en un acto de la Unión Industrial Argentina (UIA), Fernández
le suelta la mano al acariciado proyecto de la coparticipación de los
trabajadores en las ganancias como lo indica la propia Constitución
Nacional diciendo que es un problema de partes y que se debe discutir en paritarias.
Dicho de otra forma, arreglense muchachos.
La corporación multimediática de la oligarquía demoniza
a Hugo Moyano, Secretario General de la CGT (puesto que debe ratificar en
el Comité Central Confederal en 2012) porque sabe luchar contra la
patronal, caracterizada por egoismos y corrupciones cómplices con políticos
que solo tienen como ideología su cuenta bancaria. ¿La Presidenta
ha comprado las notas de Clarín y La Nación o mira Canal 13
y TN? En cada oportunidad ratifica que no es neutral y que ella también
es una trabajadora porque lo hizo desde los 18 años cuando comenzó
a trabajar en Tribunales. Pero... después se burla de las enfermedades
laborales o dice que a pesar de haber enviudado, con sus hijos tristes igual
se hizo cargo del país. ¿Los trabajadores que pierden a sus
seres queridos acaso quedan de licencia permanente? Quien esto escribe tuvo
quince días con tendinitis por cambio de un mouse de computadora. Entonces,
¿por qué burlarse de los trabajadores del Subte en la imputación
de la tarjeta SUBE? ¿Por qué no intimar a los empresarios, que
la juntan en pala, para que cambien los teclados de altura? Cada uno cuesta
la tercera parte de los asados que por estas época hacen en sus quintas
de los countrys.
Empieza el último gobierno de una Presidenta que hizo muchísimo
por el país y por la clase trabajadora en una alianza que forjó
Néstor Kirchner en su primera gestión. La necesidad que ambos
grupos tienen es clave. Otros actores solo quieren que esto se interrumpa.
Fernández tendrá que ir viendo sin las próximas comidas
las hace en los quinchos o en los salones. Asado o salmón. Pero cuidado
porque este último la dejará sola y perderemos todos.
do
Campo Spada, 2011 (C)
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DICIEMBRE
2011-12-10
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