¿El nuevo periodismo
se hará sin periodistas?

Por Daniel do Campo Spada.

En Buenos Aires se abrió un nuevo capítulo de una asociación que une a los periodistas con los programadores. Hacks Hackers reúne en un mismo espacio a los comunicadores con expertos en informática. De esta forma un software es capaz de extraer y conectar palabras clave de un documento y armar nuevos relatos, maximizando el conocimiento disponible. Los grandes diarios mundiales (The New York Times, The Guardian) estrechan alianzas con Google o Mozilla marcando un camino que parece irreversible.
El posicionamiento era hasta aquí consecuencia de varios factores y herramientas que han ido cambiando con los años. Sin embargo lo que parece quedar cada vez más claro es que la calidad periodística de los contenidos es cada vez menos desequilibrante. Lo que ya estaba en duda por determinantes de marketing ha quedado definitivamente claro desde que se pueden usar programas que reúnan con tal detalle la información a medida que todo parece pasar “por otro lado”. Uno de los proyectos, que se llama Mapa761 conducido por Mariano Blejman relaciona todos los expedientes de la represión durante la dictadura militar. El nuevo espacio ha recibido un bautismo provisorio de periodismo de datos, aunque ello no hace referencia a las bases de datos como las imaginamos, mas cerca de las estadísticas y la empiria, sino que en este caso orilla con la interpretación y la redacción.
Desde hace años estamos viendo que enfrente (o al lado) hay un nuevo receptor, que no solamente también produce sino que además lee, escribe, mira y oye de otra manera. Sin embargo, ante esa complejidad que nos atrevemos a diagnosticar no logramos anteponer una nueva forma de hacer periodismo. ¿Cabe una forma distinta y eventualmente nueva de hacerlo? ¿O directamente estamos ante un desaparición directa del oficio-profesión? El periodismo como tal es una de las profesiones más nuevas y escasamente tiene más de un siglo, ya que antes ese era el rol de los políticos que hacían su proselitismo a través de la escritura. Hoy, en los albores del siglo XXI creemos saber que es una profesión (a lo que han contribuido los títulos académicos que se encargaron de crear un campo epistémico) pero como nunca antes estamos en la víspera de la desaparición definitiva del monopolio de la capacidad de bosquejar realidad.
Los receptores pueden armar hoy su propia programación de contenidos, su libros en PDF, sus propios diarios, revistas, etc. Conceptos tales como la propiedad intelectual solo quedan en manos de quienes vivimos de esto, pero no son entendidos por millones de cibernautas a lo largo del mundo. Los partidarios del contenido propietario se asemejan a un policía de tránsito en medio de un tsunami. De hecho, aunque entre los principales participantes de Hack Hackers pertenezcan a organizaciones gigantes como The New York Times o The Guardian se declara sin fines de lucro y ello es todo un comienzo mas que una definición.

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do Campo Spada, 2012 (C)
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AGOSTO 2012-08-20
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