Tras los funerales más grandes de América
Latina,
asumió Nicolás Maduro.
Por Daniel do Campo Spada.
Tras las ceremonias oficiales de las exequias de Hugo Chávez Frías
y mientras la Capilla Ardiente permanecía abierta por varios días
más, Nicolás Maduro asumió constitucionalmente la Presidencia
de la República Bolivariana de Venezuela y pidió en forma inmediata
el llamado a elecciones, fecha que el Consejo Nacional Electoral fijó
para el 14 de abril.
El frío primer párrafo no alcanza para dimensionar el impacto
mundial de la muerte del líder bolivariano, que movilizó a cincuenta
y cinco Jefes de Estado de todo el mundo y un par de monarcas hasta la caribeña
Caracas para darle el último adiós a un gigante de la historia.
El haber sido contemporáneos de Chávez es el equivalente de
haberlo sido de don José de San Martín, José Gervasio
Artigas o el mismísimo Simón Bolívar. En los próximos
siglos, en los libros de historia figurarán los catorce años
de gestión revolucionaria de alguien que se atrevió a enfrentar
al neoliberalismo hegemónico al final del siglo XX y de a uno ir despertando
las conciencias de los pueblos de la América Latina y del Caribe. Si
hoy hablamos de PATRIA GRANDE es porque él reflotó esos conceptos
que habían quedado enterrados con los libertadores. Gracias a Chávez
empezamos a sentir cada elección, intento de magnicidio o golpe de
Estado en uno de nuestros países como si se tratara del nuestro. Hoy
no dudamos en pensar otro concepto de la territorialidad.
Superó la soledad y pre-juicio que en un principio despertó
con esa imagen de militar golpista que le quedó de su intento fallido
en la década del 90. Por eso en un primer momento no lo habían
querido recibir quienes terminaron siendo luego sus amigos y admiradores como
pueden ser Hebe de Bonafini, Atilio Borón y Eduardo Galeano entre otros.
De a uno los paises fueron entrando en la senda y ya no quedó tan solo.
Luego fue implementando políticas sociales en un país que había
sufrido el atorrantismo de la oligarquía y nos terminó hablando
de socialismo cuando la palabra patrecía olvidada en los libros de
historia. Kirchner le agregaba el respeto a los Derechos Humanos, Lula de
la pobreza, Evo Morales de los pueblos originarios, Cristina Fernández
de la lucha contra las corporaciones y cuando quisimos darnos cuenta estábamos
en otra época. Nunca más cierta la palabra de Nuevo Mundo. La
ingración territorial es un camino largo pero que ya no tiene retorno.
Y eso es GRACIAS A CHÁVEZ.
Nicolás Maduro asumió la Presidencia que le legara su maestro
y llamó a elecciones. Con un discurso vibrante y una historia sólida
de alguien que proviene de cuna humilde, formado en el sindicalismo hizo honor
a dos cantos que el pueblo coreó en reiterados momentos: Chávez
vive vive, Maduro sigue sigue y Chávez, Maduro, el pueblo
está seguro. Ello se consolida porque Todos somos Chávez.
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do Campo Spada, 2013 (C)
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MARZO 2013-03-13
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