Por Daniel do Campo Spada.
La escena de este pequeño cuento se desarrolla en una oficina de
un señorial edificio de 1925 de Diagonal Norte en el que un vendedor
de libros a través de internet, con su cliente delante, toma su celular
interrumpiendo la conversación y enigmáticamente pregunta ¿hay
billete? a lo que agrega uhh. Corta sin decir adiós
(tampoco dijo hola) y azorado dice a su interlocutor ya está
a 99. Ese interlocutor era el autor de esta nota. ¿El libro
este está a $ 99?. No, la gamba blue, me respondió.
Ante mi aclaración de que el libro que estaba buscando decía
en Mercado Libre $ 60, respondió diciéndome que este país
se va a la mierda. Mi pensamiento era uno solo y se lo compartí.
Me levanté en mi casa, tomé unos mates y salí hacia la
Capital. Dejé el auto en el barrio de Flores y llegué a comprar
el libro. Me esperaba un almuerzo con mi familia, una siesta y mi concurrencia
a misa. ¿Dónde necesite un dólar?
Una segunda escena nos sorprende en un taxi, donde para sorpresa de este periodista
aún los que pagan alquiler por la unidad que deben caminar entre doce
y catorce horas por día (incluido los sábados y el domingo es
para ellos) piensan como si su realidad fuera la de muchas de las personas
que llevan en el asiento de atrás, que seguramente cacerolean para
defender sus privilegios de clase. Desde que lo abordamos, en un recorrido
laboral rutinario, no paró de hablar de que la inflación era
una barbaridad y que no era posible que no vendan dólares en forma
libre. La respuesta fue la siguiente. Esa persona que camina por la
vereda va a un trabajo. Ese niño que lleva delantal vuelve a su casa
donde seguramente hoy comerá. Yo estoy viajando de un puesto laboral
a otro y Usted, aunque su trabajo no es el mejor del mundo (aunque tampoco
el peor) hoy lleva algo a su casa. Esa es la economía que importa.
Ante su mirada azorada nos vimos obligados en recordarle que cuando el dólar
era barato y no había inflación, él quedaba despedido
de la empresa automotriz en la que era un técnico calificado, el nio
se quedaba en la escuela para poder alimentarse en el comedor por lo menos
de lunes a viernes y los colectivos iban vacios gran parte del día
porque nadie iba a ningún lado porque no tenía trabajo. Y este
profesional, con títulos de posgrado, manejaba un taxi y muchas veces
no se llevaba nada a casa.
La oposición busca desestabilizar la economía. Los productores
alimenticios no entregan mercaderías para que el acuerdo de precios
en los supermercados se caiga y retorne el ritmo inflacionario. Los exportadores
(fundamentalmente los terratenientes sojeros) no liquidan las divisas para
secar el mercado. Los medios de comunicación del establishment alientan
la desesperación sobre temas que solo sirven para inquietar pero que
no son los esenciales. La idea es crear caos para debilitar al gobierno popular
en las urnas. Quieren repetir el escenario del 2009, donde el Grupo
A como lo llamó la inestable Patricia Bullrich bloqueara al gobierno
elegido por las mayorías. No nos olvidemos que su atentado al funcionamiento
nacional obligó a la Presidenta Cristina Fernández a trabajar
un año sin presupuesto. A pesar de disponer de mayoría
una auténtica bolsa variopinta no logró sacar no solo al peronismo
del poder sino que tampoco aportaron ni una sola ley. El Senador Nacional
Carlos Sanz, de la Unión Cívica Radical dijo que lo peor que
podría pasar de acá a las elecciones es que la economía
mejore. O los economistas del macrismo que anuncian una devaluación
del 40 % del peso ni bien ganen las elecciones presidenciales en 2015. A confesión
de partes, relevo de pruebas.
¿Para que necesita un dólar un ciudadano de a pie? Si la respuesta
es para ahorrar, estamos ante una pobreza cultural enorme y gran egoismo,
ya que la única forma en que invertir en dólares te sirva es
especulando con una devaluación violenta. Y todos saben que ello tiene
sus consecuencias, que terminarán alcanzando a ese pequeño ahorrista-especulador-egoista
de una u otra manera. En un mercado que apenas mueve u$s 20 millones contra
un país que tiene u$s 47.500 millones de reservas, ello solo sirve
para crear clima. La pregunta es por qué el Gobierno no
limita el funcionamiento de las cuevas que pululan en el microcentro que todos
saben donde están. Con solo caminar por la peatonal Florida uno pasa
al lado de varios arbolitos (nombre dado a vendedores ilegales
de dólares, punta de lanza de organizaciones delictivas) y muchos de
ellos están a metros de policías que solo miran. Si está
prohibido, ¿por qué no los detienen? ¿Por qué
no se allanan esas oficinas llamadas técnicamente mesas de dinero
donde los empresarios hacen sus ganancias a costa del país y todos
los que trabajamos día a día? La presión debe ser la
máxima contra una delincuencia de guante blanco, que venden verdes
que llaman blue.
¿Por qué no invertir en acciones? Un peso (aunque el mínimo
es $ 1.000) puesto en enero en (por ejemplo) en Fondos Comunes de Inversión
en Pesos, en abril ya habría dado un 19 % de rendimiento, en forma
totalmente legal y dando trabajo. Es una realidad que hay muy poca difusión
y también es una realidad concreta que cuando uno ingresa al Banco
Nación la atención es la peor que uno podría encontrar,
con empleados desganados que solo saben vender la tontera de plazos fijos
(lo más bobo en inversiones) y espantar clientes con su desinterés
en la atención.
Cacerola, golpe, retorno al infierno. Eso se esconde detrás de todas
estas pequeñas acciones que la derecha viene instrumentando.
Seguir
a @tvmundus
|Twittear
|
do Campo Spada, 2013 (C)
Redaccion@tvmundus.com.ar
www.tvmundus.com.ar
www.ECOInformativo.com.ar
www.Komunicacion.com.ar
www.tvmundus.wordpress.com
www.youtube.com/tvmundus
www.facebook.com/tvmundus
www.twitter.com/tvmundus
www.issuu.com/mundus
www.reflexioncristiana.tvmundus.com.ar
www.fmflores.tvmundus.com.ar
MAYO 2013-05-04
TECUM NOVO MundusNET Televisión
Permitida su reproducción con mención de la fuente.