Por Daniel do Campo Spada.
A menos de cuarenta y ocho horas del triunfo de los candidatos regionales
de la derecha en las elecciones parlamentarias de medio término, el
fallo de la Corte Suprema de Justicia dictaminando la constitucionalidad total
de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) cambió
la agenda de todos. En el mismo 30 de octubre en el que se recordaban los
treinta años del triunfo de Raúl Alfonsín en las primeras
elecciones presidenciales del actual (y más largo en nuestra historia)
período democrático el principal aliado de los sectores poderosos
el oligopolio Clarín debe adecuarse (con todos los plazos vencidos)
a derecho. Por primera vez, la prepotencia del poder no le fue útil1.
Un fallo de 6 a 1 (con la oposición de Carlos Fayt ligado a sectores
de derecha y ligado familiarmente al multimedios La Nación, socio de
los Noble-Magnetto en Papel Prensa gracias al sangriento regalo de la dictadura
militar y aliados ideológicos en entorpecer todos los goiernos democráticos)
determinó que no quedan grietas para empezar a desmonopolizar el discurso
que el establishment impuso durante décadas.
Durante cuatro años (fue sancionada en octubre de 2009) la Ley de Medios
de la Democracia, que busca la pluralidad de voces, fue bloqueda desde cualquier
tribunal federal perdido en el país protegiendo fundamentalmente a
los oligopolios más excedidos en licencias. En el caso de UNO de Mendoza,
terminó por presentar su propia adecuación ante que esta ocurriera
de oficio pero la más grande, poderosa y soberbia empresa periodística
que haya conocido la Argentina siempre se consideró por encima de las
leyes para el resto del país. Como si se tratara de una monarquía
privada, con su poder de fuego mediático no solo imponía (impone)
y volteaba candidatos que no fueran funcionales a sus ideas de derecha, apretando
y mimando a jueces sino que logró sortear con éxito restricciones
que son para el resto de los ciudadanos y empresas pero no para ellos. La
vergonozoza dilación en investigar el origen de los hijos presuntamente
apropiados que tiene Ernestina Herrera de Noble y la rocambolesca forma de
resolverlo (con dudosos ADN obtenidos tras el robo que realizó una
ex directora del Banco Nacional de Datos Genéticos) fue la cumbre dela
impunidad. Al mismo tiempo no se resuelve la violación de lesa humanidad
quelos militares en sociedad con los CEO de Clarín y La Nación
han hecho sobre la familia Graiver, a la que le robaron la única fábrica
de papel del país.
El matutino del oligopolio multimedia llevó el debate a un tema de
ataque personal al titular Avance sobre la prensa independiente
en lugar de aceptar que es el único grupo empresario que desconoce
la ley, la más debatida y participada desde el retorno a la democracia.
El título de tapa planteó el eje en un enfrentamiento con el
Gobierno Nacional de quien quiere ser interlocutor2. Dos días antes,
tras los comicios del domingo 27, la tapa exultante decía Otro
fuerte castigo al Gobierno. Massa arrasó y se abre una nueva etapa
política3. Con el fallo sobre la mesa todo era desviar la atención.
No era que tenían que respetar una ley sino que la Corte Suprema favorecía
al Gobierno4. Van der Kooy, principal editor y comisario político del
diario sostenía que el fallo de la Corte desplazó ahora
el eje del escenario político dominado por la victoria de la oposición
en los comicios. El domingo, Magnetto y la Embajada de Estados Unidos se habían
erigido en quienes iban a decidir el candidato derechista que el multimedio
impulsaría a la Presidencia en 2015. Dos días después
los clarinistas se encontraron con que su impunidad estaba amenazada.
El otro diario derechista, La Nación, que el lunes también estaba
ilusionado con el triunfo de los candidatos de la diplomacia norteamericana5
respetó (como siempre en los últimos diez años) la línea
que le marca Clarín. Ya desde su tapa manifestaba Triunfo del
Gobierno: para la Corte, la ley de medios es constitucional ligando
a una revancha instaurada como consecuencia de la derrota electoral, como
si el Poder Ejecutivo tuviera alguna posibilidad de influir sobre el Judicial.
En una línea reduccionista que le permitiera deslegitimar la norma
jurídica recurrieron a expresiones tales como El Gobierno festejó
el fallo como una venganza (Mariana Verón), La ley de medios,
vía hacia el populismo (Gregorio Badeni) y Una batalla
que aún está lejos del final (Carlos Pagni). En el caso
de este último adelantando las nuevas judicializaciones que producirán
en la expropiación de cada una de las trecientas licencias con intenciones
de entorpecer todo hasta el 2015, año en el que sus postulantes Macri
(anularía la ley) y Massa (Clarín no debe
acatar el fallo6) darian todo por tierra.
La estrategia que el diario y sus acólitos empleó desde el primer
momento fue la de discutir la imposibilidad de ser independientes sin el lucro
excesivo que generaban con sus múltiples negocios y la posibilidad
de integración vertical (del insumo a la venta), posición que
no pudieron sostener en el encuentro de los amicus curiae en el que partes
amigas de los litigantes (el Estado como responsable de la aplicación
de la Ley y el oligopolio Clarín) defendieron ambas posiciones. Por
eso la Corte en su fallo definitivo cerró el tema al expedirse La
ley 26522, en cuanto regula la multiplicidad de licencias de modo general,
es constitucional, porque es una facultad del Congreso, cuya conveniencia
y oportunidad no es materia de análisis de los jueces. Por otra parte,
el análisis constitucional es ajeno a los conflictos futuros que puedan
presentarse con la aplicación de la ley, que son materia de otros pleitos7.
Al mismo tiempo que Sergio Massa8 y Mauricio Macri criticaban al Presidente
de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA)
Martín Sabbatella acusándolo de cualquier ineptitud, la reelecta
Elisa Carrió (ex funcionaria de la dictadura militar y legisladora
desde 1983) dijo que el Presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti
había pactado con el Gobierno Nacional9, cuando unos meses atrás
lo elogiaba. Junto a pedidos de juicio político totalmnte inviables
contra el titular del máximo Tribunal y un pedido de suspensión
de la aplicación de su propio fallo al mismo cuerpo jurídico10,
un grupo de periodistas de derecha se dirigieron a Washington para quejarse
de la Ley de la democracia. Joaquín Morales Solá, Nelson Castro,
Luis Majul y Magdalena Ruiz Guiñazú quienes a cotidiano desde
radios, canales de televisión y sus columnas destacadas en Clarín
y La Nación dijeron las peores barbaridades en contra del país,
dicen que no tienen libertad de opinión ante la siempre sospechada
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)11 que apenas los escuchó.
Al día siguiente del fallo, Sabbatella recuperó la última
escena del año pasado, cuando todo esto iba a ocurrir el 7D de 2012,
interrumpido por una nueva apelación y que en este caso le dio otro
año de vida a la violación de una ley sancionada en 2009. Se
presentó en las oficinas del Grupo Clarín para notificarlo de
una adecuación de oficio ya que en el fallo se indicó que los
plazos estaban vencidos y al haberse negado la empresa a presentar su propio
plan es facultad del organismo llevar adelante el cambio de las titularidades.
El año anterior el socio minoritario del oligopolio (Fintech) se había
presentado ante la AFSCA con su proyecto, peroal ser desconocido por los mayoritarios
(Magnetto-Noble) no tuvo cabida. En las sedes de Canal 13 y Radio Mitre no
quisieron abrirle la puerta a los emisarios de la autoridad de aplicación,
por lo que les pegaron la notificación en la pared exterior de los
edificios correspondiente. Después de que los funcionarios se retiraron
un grupo de empleados salió a ingresarlos.
El mismo día en que se conoció el fallo desde las redes sociales
se organizaron festejos en todo el país12, con un acto multitudinario
en las inmediaciones del Congreso Nacional13. Habían concluido cuatro
años de batalla por una Ley que busca democratizar la palabra. Ahora
vendrán cientos de mínimos palos en la rueda judiciales que
buscarán llevar todo hasta que algún supuesto viento político
nuevo como los diarios de derecha anunciaban el lunes siguiente
a la elección termine con todo.
Apenas unas horas antes del conocimiento oficial del fallo, las acciones del
Grupo Clarín se desplomaron un 4,5 % en la Bolsa de Comercio de Buenos
Aires. Muchos sospechan que hubo una filtración a través del
sitio oficial de noticias de la Corte. El CIJ está compuesto por mayoría
de ex periodistas de los medios de derecha que siguen trabajando
para sus antiguos jefes en la forma en que titulan y priorizan las informaciones.
Tres días después la ley de medios ya no estaba en el home del
mismo. Solo se accedía desde la opción lo más leido.
Las autoridades de la bolsa porteña retiraron las acciones de la cotización
en un procedimiento habitual cuando se sospecha de una movida especulativa.
Al mismo tiempo la información llegó a Londres (la otra plaza
en la que cotiza) y allí el desplome fue mucho más violento
(-20,8 %). La línea editorial del oligopolio era que esa caida era
una respuesta de rechazo al avance del Gobierno14, en lugar de
un fin de ciclo para el multimedio. En realidad se trató de dos fuertes
ventas de $ 30 millones15 de dos tenedores que no fueron identificados, pero
que se sospecha serían encumbrados directivos que recibieron un llamado
telefónico previo a la comunicación pública. Al final
de la primera semana la cotización del grupo perdió 36% de valor,
superando por lejos a la toma de ganancia del MERVAL que fue de 1,8 %. No
había un cambio de tendencia política en rechazo al Gobierno.
Se caía Clarín.
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do Campo Spada, 2013 (C)
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NOVIEMBRE 2013-11-01
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