Por Daniel do Campo Spada.
Nelson Mandela ha sido el estandarte de varias generaciones en la lucha
contra los distintos tipos de segregaciones, porque no solo luchó contra
el racismo sino contra la discriminación y la marginalidad impuesta
por sistemas injustos. Sudáfrica fue uno de los territorios en los
que el depredador capitalismo inglés hizo más daño. En
los años 60, incorporado al Congreso Nacional Africano (CNA) del que
se convirtió en líder, y tras varios encarcelamientos del régimen
de apartheid, consideró que había llegado la hora de la lucha
armada. Tras 27 años de prisión y gracias a la presión
de las fuerzas y paises progresistas los blancos encabezados por Frederick
De Klerk negociaron una salida lógica. La amplia mayoría negra
se convertía en sujeto de derecho. Junto a Gandhi y Fidel Castro, obtenía
el más brillante triunfo ante un sistema injusto desde su base en pleno
siglo XX.
Con solo 25 años ingresó al CNA, donde como abogado asistía
a las víctimas indigentes y pobres de un país en el que apenas
una minoría racial tenía derechos normales para cualquier ciudadano
mundial. El resto solo era un reservorio viviente de mano de obra esclava,
marginada y humillada. En los 60, en plena época de revoluciones populares
y del proceso de descolonización del África agudizó la
lucha incluyendo la opción armada ante uno de los ejércitos
mejor armados de los regímenes represivos. Cuba asistió a Mandela
enviando cerca de 9.500 milicianos e instructores (de los que murieron 2.500)
en un gesto que agradeció personalmente cuando se convirtió
en Presidente.
En 1990, tras 27 años de prisión en el presidio de Robben Island
el último presidente de la minoría blanca lo libera y empieza
a negociar un nuevo sistema político. El aislamiento internacional
de los racistas era extremo (solo apoyados por Estados Unidos, Gran Bretaña
y la comunidad judía de Tel Aviv y durante la década del 70
por la dictadura militar argentina). Tras la transición, muy difícil
en lo cultural pero solo posible por la voluntad política del CNA,
Mandela se convierte en el primer mandatario electo en comicios libres.
Contrariamente a lo que esperaban y desaban los racistas y Estados Unidos,
el rumbo de la nación sudafricana no tomó venganza de los antiguos
opresores. La Casa Blanca se quedaba de esa forma sin excusa para invadir,
bloquear o sabotear el proceso democrático. Tras Mandela y los siguientes
presidentes el país atravieza un largo camino para salir del atraso
estructural a que fue sometido en beneficio de los granjeros de origen colonial
inglés.
El mundo lo recuerda por frases poéticas, por su estoicismo en la prisión
y hasta por el mundial de rugby que Sudáfrica logró durante
su mandato, pero la real figura ha sido la de un luchador anticapitalista,
antipoderosos y la de un revoucionario del Tercer Mundo. Sus útimos
años, las enfermedades de las que sufría (generadas en las condiciones
infrahumanas a las que fue sometido durante su detención) lo retiraron
de la vida pública, pero su figura y ejemplo será eterno.
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do Campo Spada, 2013 (C)
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DICIEMBRE 2013-12-06
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