EDITORIAL Gobierno |
Cristina Fernández hizo su última
apertura de sesiones del Congreso mostrando que sigue siendo la figura más
importante del arco político.
Por Daniel do Campo Spada
Estar ante la certeza de que Cristina Fernández cierra su segundo
gobierno convertida en la figura política más importante que
ha dado la democracia junto a Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón,
Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner nos pone ante una difícil
disyuntiva. Todo análisis sobre alguien que ha soportado los embates
corporativos más duros que se recuerden y que termina siendo el gran
elector (porque el próximo Presidente será el que ella apadrine)
presenta una dificultad inicial. El segundo problema metodológico ante
la necesidad de redactar un editorial es cómo comentar en unas mil
palabras un discurso magistral de casi cuatro horas de duración lleno
de datos y afirmaciones políticas.
Desde las primeras horas, repitiendo una tradición que se impuso con
la dupla Kirchner-Fernández llegaron a la Plaza de los dos Congresos
miles de personas. Las cifras orillan las 350 ó 400 mil, pero ello
es un detalle menor ante la emotividad de quienes fueron a agradecer cómo
les cambió la vida en esta década y aquellos que recién
empiezan en la vida y no quieren que terminen los años positivos. El
espíritu dominante entre los ciudadanos que se acercaron era no
nos resignamos a Scioli, queremos más kirchnerismo. Incluso un
cartel muy visible decía ante la inminencia de las elecciones presidenciales
que el candidato es el modelo. En los 70 una frase pasó
a la historia: Cámpora al gobierno, Perón al poder.
Cuarenta años después ese lema se reactualiza. No sabemos aún
quien será el primer mandatario, pero es seguro que ante cada decisión
todo el país mirará por mucho tiempo hacia El Calafate.
Más que una apertura de sesiones fue un balance de gestión de
casi doce años en los que Argentina se dio vuelta como una media. De
la desesperanza cotidiana que daba la desocupación y la miseria nuestro
país pasó a fabricar aviones, satélites, tecnología
de avanzada en lo digital, exportar software y productos industriales mientras
se repatriaron más de mil científicos que con su titulo se fueron
del país ante la falta de alternativas. Ello se marcó mucho,
tanto en la calle como en las redes sociales en internet. Muchos daban las
gracias a una Presidenta a la que nadie le puede negar una inteligencia y
una oratoria tan poco vista como su coraje para enfrentar a las corporaciones
ante las que la mayoría de los políticos y los jueces se ponen
genuflexos. ¿Quién se había atrevido a tanto en leyes
de medios, asignación universal por hijo, planes para comprar productos
nacionales, construcción de viviendas y el mayor plan educativo digital
de América Latina? Esto por nombrar solo algunas cosas, porque habría
que agregar la recuperación de la jubilación que viene recuperando
dignidad después de la destrucción neoliberal, el renacimiento
de empresas emblemáticas como Aerolíneas Argentinas, YPF y el
Correo Argentino entre otras empresas. Ahora, en el último año,
cuando muchos empiezan a hacer sus maletas encara el tema de los ferrocarriles
que tan importante fue para muchos pueblos del interior. Basta recordar que
Carlos Menem llevó al sistema ferromotor de pasajeros y cargas de 31.000
km a poco más de mil y que cerca de 800 pueblos casi desaparecieron
del mapa.
Al comienzo de su alocución, dijo que dejaba un país con una
deuda mínima. Hoy por hoy la Argentina es el país más
desendeudado del mundo y creció sin tener durante doce años
ningún crédito externo. Pagó u$s 144.000 millones de
deuda, canceló sus cuentas con el Fondo Monetario Internacional, acordó
con la totalidad del nefasto Club de París (creado por los prestamistas
internacionales que financiaron a la dictadura que derrocó a Perón)
y tiene cerrado un acuerdo con el 92,7 % de la deuda pendiente. Solo el resto
(7,3 %) de la deuda está en manos de un grupo de especuladores internacionales
llamados Fondos Buitres que junto a la CIA norteamericana, el servicio secreto
judío Mossad, el Grupo Bilderberg y el juez municipal de Nueva York
Thomas Griessa buscan alterar el orden democrático para imponer un
gobierno dócil. En esa movida desestabilizadora habría que agregar
la muerte del fiscal Alberto Nisman, quien con la derecha mas retrógrada
buscaban amenazar a Fernández. En las calles aledañas al Congreso
tronaba recurrentemente el lema si la tiran a Cristina al bombo, va
a haber quilombo. Y la gente hablaba en serio. Magnetto, los empresarios
anti-nacionales, Elisa Carrió, Mauricio Macri, Laura Alonso, Patricia
Bullrich y Sergio Massa se mueren de ganas pero saben que una Argentina con
una Cristina Fernández sacada en forma irregular es imposible.
En referencia al acuerdo con China llamó a salir de los estrechamientos
ideológicos que nos han impuesto los medios, ya que nadie se asombró
cuando teníamos relaciones carnales con Estados Unidos
que se cansó de expoliarnos y ahora se razgan las vestiduras cuando
se hacen alianzas estratégicas con la República Popular China,
primera potencia económica mundial que encima vienen a invertir.
En cuanto a política exterior se hizo unas preguntas que terminan en
el corazón del problema judío. Reclamó que la Corte Suprema
llame a declarar al ex Embajador de Tel Aviv, Itzhak Avirán, quien
se jactó ante la prensa internacional de que ellos ya habían
hecho justicia con los autores del atentado a la AMIA. ¿Quienes fueron?
¿Qué significa ajusticiar? Por otro lado preguntó por
qué las organizaciones judías extranjeras están tan preocupadas
por la mutual y no dicen ni una palabra por la Embajada. El entramado de la
información que maneja este editorialista es que en realidad la sede
diplomática explotó porque en su interior estaban manipulando
explosivos. ¿Para que quiere explosivos un edificio diplomático?
¿Para hacer un autoatentado ante una organización propia que
le sirviera acaso para justificar su política exterior contra Irán?
Cuanto se puede decir cuando la propia desgrabación del discurso, que
haremos en las próximas horas se convierte en una auténtica
pieza literaria.
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MARZO 2015-03-01
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